(IVAN): JUSTICIA y RECTITUD

Discussion in 'Classic Motorbikes' started by IVAN VALAREZO, Aug 7, 2007.

  1. Sábado, 04 de Agosto, año 2007 de Nuestro Salvador
    Jesucristo, Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica


    (Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo)


    JUSTICIA y RECTITUD

    Porque recta es la palabra de nuestro Padre Celestial, y en
    él no hay "injusticia" alguna para con ninguno de sus seres
    creados del cielo y de la tierra; por ello, toda su obra ha
    sido hecha "con verdad y con la rectitud infinita" de su gran
    rey Mesías, el Cristo, desde el comienzo de las cosas, para
    la eternidad. Por lo tanto, nuestro Dios "ama" la justicia y
    el derecho en el ángel del cielo y así también en cada
    hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera; por esta
    razón, de la misericordia infinita de nuestro Creador de
    nuestras vidas eternas y de cada una de nuestras bendiciones
    terrenales y celestiales "está llena toda la tierra".

    Y esta es la misericordia, llena de verdad, de rectitud de la
    justicia celestial de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, que
    ha descendido del cielo para "perdonar" tus pecados y
    "salvar" tu alma eterna, en un momento de fe y de oración en
    su nombre sagrado e infinitamente sobrenatural, también, en
    tu corazón eterno, mi estimado hermano. Por ello, grande es
    nuestro Dios en cada uno de nosotros, desde la eternidad y
    hasta la eternidad, si tan sólo "le damos su lugar de gloria
    infinita", el cual "le pertenece a él", en lo profundo de
    nuestros corazones, sólo por medio de su Hijo amado, ¡el
    Señor Jesucristo!

    Porque sin el Señor Jesucristo entonces "no hay perdón de
    pecados", "no hay sanidad posible para nuestros cuerpos" de
    nuestras enfermedades y males eternos "ni menos habrá jamás
    vida terrenal, ni vida celestial", para siempre. Es por esta
    razón, que "estamos llamados" de parte de nuestro Dios y
    Creador de nuestras vidas ha amarle a él, sólo cuando
    verdaderamente "amamos 'al Señor Jesucristo' y su gran obra
    sobrenatural", clavado a los árboles cruzados y sin vida de
    Adán y Eva, sobre la cima de la roca eterna, en las afueras
    de Jerusalén, en Israel.

    Porque la lógica de nuestro Dios es de que si tú "no puedes
    'amar' a su Hijo amado", a quien envió a la tierra para tocar
    tu vida y así entonces le puedas conocer a Él, pues "jamás tú
    podrás 'amar' en la rectitud de tu corazón y en la justicia
    de Jesucristo" al Creador de tu alma eterna. Y éste Dios es
    para ti, para la humanidad entera y para los ángeles del
    cielo, desde la antigüedad y hasta la nueva eternidad
    venidera, ¡el Todopoderoso del cielo y de toda la tierra!

    Entonces nuestro Dios es "digno" de toda gloria y honra de
    nuestros corazones; pues él "anhela la 'bendición' de
    nuestros corazones" para su nombre santo, para que su corazón
    y su alma eterna se "gocen infinitamente", en el espíritu de
    la vida sagrada de su gran rey Mesías, el Señor Jesucristo
    del cielo y de toda la tierra, para siempre. Porque para
    nuestro Padre Celestial no hay mayor justicia de parte del
    hombre, de la mujer, del niño y de la niña de toda la tierra,
    de "sólo amarle a él", en el espíritu de la verdad y de la
    justicia infinita de su Árbol de vida eterna, ¡el único gran
    rey Mesías posible para Israel y la humanidad entera!

    Es por eso, que cada vez que el hombre "recibe en su
    corazón" su palabra, junto con el nombre sagrado del Señor
    Jesucristo, entonces "muchas cosas buenas comienzan a tomar
    lugar" en su vida y en la de los suyos, también, en la tierra
    para gozarlas por siempre, en sus nuevas vidas consagradas
    por nuestro salvador, para la eternidad. Y todo esto le
    sucede al hombre de buena fe y de buena voluntad de toda la
    tierra, porque la palabra de nuestro Padre Celestial ha sido
    "recta" desde siempre en su alma, y "jamás torcida" por los
    poderes de las tinieblas de Lucifer del más allá, ni menos en
    la tierra, de nuestros días y de siempre, por ejemplo.

    En verdad, la palabra de nuestro Dios "está viva" en su poder
    celestial y sobrenatural, por lo tanto, "jamás podrá caerse
    al suelo" del mundo para ser eternamente y para siempre fiel,
    firme y recta en nosotros, con el fin de bendecirnos día y
    noche delante del SEÑOR, para gloria y para honra infinita de
    su nombre santo. Porque cada palabra, cada letra, cada tilde
    y cada significado eterno de la palabra de nuestro Dios
    "busca día y noche" en cada uno de nosotros, como en todos
    los lugares del cielo con los ángeles "mayores glorias de
    honra y de santidades infinitas", para el nombre sagrado de
    nuestro salvador celestial, ¡el Señor Jesucristo!

    Y es por eso, que la palabra viva y de gran poder de nuestro
    Dios "traspasa los cielos día a día" para tocar el corazón y
    la vida del hombre, de la mujer, del niño y de la niña de fe,
    de su nombre santo e infinitamente sagrado de su Árbol de
    vida, ¡el Señor Jesucristo! Porque es necesario que su Hijo
    amado "sea honrado y exaltado" en el corazón del hombre y más
    no rechazado, como en el día que Adán y Eva lo rechazaron a
    él, delante de su presencia santa y de sus ángeles santos, en
    el paraíso, por ejemplo, para mal eterno de muchos de sus
    descendientes.

    Porque, además, toda obra de nuestro Padre Celestial ha de
    seguir siendo "hecha con la misma verdad y justicia infinita
    de siempre", de llevar a cada corazón y alma infinita del
    hombre, de la mujer, del niño y de la niña de la humanidad
    entera a los pies, de su Árbol de vida de su Hijo amado, ¡el
    Señor Jesucristo! Y esto ha de seguir siendo así con Dios y
    con todo hombre en la tierra, como en el paraíso y así
    también en la nueva vida venidera del nuevo reino de los
    cielos de ángeles y de su humanidad inmortal, para darles de
    "comer" por siempre, del fruto de su justicia y rectitud
    infinita de su Árbol de vida.

    Entonces es Dios quien le da de "comer de su Hijo amado" a
    todo hombre, mujer, niño y niña de la tierra, porque nuestro
    Dios "ama la verdad y el derecho" de cada uno de ellos, ya
    sea en el paraíso o en la tierra o en el nuevo reino venidero
    de Dios y de su Árbol de vida eterna. Es por esta razón, que
    hoy más que nunca "la tierra está 'llena' de su gloria y de
    su misericordia celestial", exclusivamente manifestada a la
    humanidad entera, desde la antigüedad y por siempre en la
    eternidad venidera, en la vida gloriosa y sumamente honrada
    de su Hijo amado, el Mesías, la cual fue levantada al
    paraíso, en el Tercer Día.

    Y desde ese día glorioso y sumamente sagrado para nuestro
    Padre Celestial y para sus huestes angelicales del cielo,
    entonces el hombre, la mujer, el niño y la niña de la
    humanidad entera "empezó en Dios" y en la vida inmortal del
    Árbol de la vida "su nueva vida", para jamás volver a conocer
    el pecado, ni la muerte eterna. Para que entonces cada uno de
    sus seres muy amados por su corazón santo y por el corazón de
    su Jesucristo y por el corazón de su Espíritu Santo, entonces
    "viva infinitamente gozando" siempre de la justicia y de la
    rectitud sin igual de su Árbol de vida eterna, en el paraíso
    y en La Nueva Jerusalén Celestial del cielo.

    LOS CIELOS HABLAN DE LA JUSTICIA DIVINA DEL MESÍAS

    Es por eso que, donde quiera que tú vayas en todos los
    lugares de la tierra, de una manera u otra, los cielos
    "anuncian" la justicia infinita de su Hijo amado, el gran rey
    Mesías de todos los tiempos, y los pueblos "ven" su gloria
    "volver" una vez más a toda vida del hombre, en el mundo
    entero. Porque los cielos y la tierra "se unirán"
    infinitamente para un nuevo reino inmortal, en el día que el
    Señor Jesucristo finalmente "regrese y se quede" con el
    hombre, para vivir sus nuevas vidas infinitas, como debió de
    ser desde el principio de todas las cosas en el paraíso, en
    el día de la creación de la humanidad entera.

    Pues desde los cielos "han venido" todas las cosas buenas de
    la vida del hombre sobre toda la tierra, y una de estas "es
    nuestro Señor Jesucristo", por los poderes sobrenaturales del
    Espíritu Santo, por ejemplo, para alimentar al hombre
    infinitamente, en un momento de fe y de oración, en su nombre
    sagrado, con la misma vida del reino celestial. Y sólo de
    esta manera, entonces el hombre "pueda regresar" a vivir su
    vida normal del reino de Dios, por la cual Dios lo creo en
    sus manos santas, en el comienzo de todas las cosas, en el
    más allá.

    Entonces nosotros "no somos" de la vida de la tierra "sino de
    la vida celestial" del reino de los cielos, como de la vida
    del paraíso o como de la nueva vida imperecedera de La Nueva
    Jerusalén Celestial e Infinita del cielo. Es por eso que, si
    los cielos "nos dejasen" de dar de sus muchas abundancias,
    como la misma vida de nuestro Padre Celestial, por medio de
    su Hijo amado, el Árbol de la vida, el Señor Jesucristo,
    entonces "toda vida dejaría de existir infinitamente", ya sea
    del hombre o de los demás animales de toda la tierra,
    también, por ejemplo.

    De hecho, esto seria "muerte eterna" para todos, en todos los
    lugares de la tierra, sin duda alguna; lo que Lucifer siempre
    "busca" para todos los seres creados por Dios, desde el día
    de su rebelión, en contra de su Árbol de vida, el Mesías, en
    el reino celestial, para que los ángeles no coman de él, para
    siempre. Pero nuestro Dios no permitió jamás que esto sea
    así, para con el hombre, en el paraíso ni en la tierra, y es
    por esta razón que día y noche la justicia de su Árbol de
    vida "no deja de descender", para entrar en el corazón y en
    la vida de la humanidad entera, no importando el mal del
    pecado.

    En la medida en que, nuestro Dios "prometió" que su palabra
    viva nos siguiera bendiciendo día y noche desde los cielos, y
    que el fruto de la tierra de los pueblos "no dejara jamás de
    ser" para el hombre, sino que "seguiría dando" de su alimento
    para el sustento de su vida y de toda vida de los animales,
    también. Porque aún nuestro Dios hace que los animales ayuden
    al sustento de la humanidad entera, también, para que su
    cuerpo no muera de hambre; por eso, fue que el SEÑOR le dijo
    a Adán, por ejemplo: "Mata y come de todos 'los animales' de
    la tierra".

    Y desde que el hombre recibió este mandamiento de Dios, como
    muchos otros, por ejemplo, de matar y comer de los animales
    que Dios le entrega para su alimento cotidiano, entonces el
    hombre mata y se alimenta de ellos, para cumplir con la
    palabra del SEÑOR, en su vida, y así siga viviendo sus días
    contados en la tierra. Porque el hombre de la tierra "lo
    levanto Dios" con sus manos santas, pues a la tierra volverá
    su carne en su ultimo día, y su alma por fin regresara al
    paraíso y a su Árbol de vida eterna, de donde salio para
    creer y conocer a su Dios infinitamente, en su corazón y en
    su alma viviente, también.

    Es como el fruto que cae de su árbol "al suelo", para luego
    regresar como nuevo fruto en la siguiente temporada de vida
    de su mismo árbol del año en curso, por ejemplo. Pues así es
    el hombre cuando muere, "su carne regresa" a la tierra para
    "luego florecer en el Árbol de la vida eterna", de donde Dios
    mismo lo levanto con sus manos santas de las profundidades de
    la tierra, para hacerlo "libre de las tinieblas" de Lucifer,
    y darle por siempre de la luz de su semejanza e imagen
    celestial.

    Es más, y hasta aún los animales "viven también" de las
    bendiciones que descienden del cielo, como de las que sabemos
    y de las que no (sabemos), para alimentarse y, al mismo
    tiempo, llenar la tierra según sean sus géneros, para el
    sustento y el bien de la humanidad entera. Entonces día a
    día, los pueblos ven la gloria de Dios venir a cada uno de
    nosotros, para "alimentarnos" de sus más ricas bendiciones
    celestiales, para edificarnos y, a la vez, "ayudarnos a
    crecer" siempre hacia él, que está en los cielos gozando:
    "gozando" en su corazón infinito que muy pronto nos tendrá
    para siempre, para su nuevo reino celestial.

    Y ésta es una "fe", del corazón de nuestro Padre Celestial,
    la cual "se cumplirá" en la vida de cada uno de los hombres,
    mujeres, niños y niñas de la humanidad "gracias a la obra
    perfecta" de su Hijo amado, con su Ley Santa en Israel, para
    fin del pecado y el comienzo de una vida nueva para el
    hombre. Y es por ésta gran obra sobrenatural y de mucho amor,
    por cierto, de nuestro Señor Jesucristo "es que el hombre
    regresa al cielo"; y el hombre regresa al seno de su Dios y
    Creador de su vida, ¡el Todopoderoso de Israel y de la
    humanidad entera!, como "fruto perfecto de vida eterna", de
    su Árbol de vida, ¡el Mesías! Y esto es volver a nacer no de
    la carne de nuestros primeros padres, sino del Espíritu de
    vida y de salud infinita del Árbol de la vida, ¡el Señor
    Jesucristo!

    Es por esta razón, que Dios mismo "lleva" a Adán delante de
    su Árbol de vida, y le dice: Come y bebe de él, para que
    tengas justicia y rectitud sin igual en tu vida celestial
    delante de mí y de los ángeles del paraíso. En otras
    palabras, lo que Dios le estaba diciendo a Adán "come del
    fruto de vida eterna", para que en tu día "regreses" siempre
    a tu Árbol de vida, "de donde saliste", en el día de tu
    formación celestial e infinita, en el más allá. Porque del
    Árbol de vida, Dios mismo "te entrega su vida", pues a él has
    de regresar asimismo como saliste de él, en el día de tu
    creación, "como su único fruto de vida eterna", para que
    entonces sigas viviendo "la felicidad" sin igual de la nueva
    vida eterna del nuevo reino de los cielos y de sus ángeles
    gloriosos.

    Entonces así como el hombre "descendió" del paraíso, en el
    día que peca delante de Dios y de su Árbol de vida, el
    Mesías, por no comer de él, para que sea hecho, en un momento
    de gracia y de misericordia infinita en "su fruto de vida
    eterna", pues así también "regresara" a su Creador, en ultimo
    su día. Es decir, que el hombre "regresara" al mismo lugar de
    sus primeros pasos "a través del cielo", el cual vemos día y
    noche y "hasta que volvamos al 'seno' de nuestro Padre
    Celestial", en el espíritu de fe, del nombre sagrado de su
    Hijo amado, el Mesías, viviendo en nuestros corazones y en
    nuestras almas infinitas, también.

    Ya que, el mismo cielo "espera pacientemente" por el pronto
    retorno de nuestras almas infinitas a nuestro lugar de
    origen, a nuestros hogares celestiales del paraíso, para por
    siempre estar con nuestro Padre Celestial y con su Árbol de
    vida eterna, nuestro único sustento de vida humana e
    espiritual, también, eternamente y para siempre. Porque la
    verdad es que el corazón y así también el espíritu y el alma
    del hombre "no conocen 'ninguna' otra alimentación
    espiritual" que no sea el fruto del Árbol de la vida de Dios,
    ¡el Señor Jesucristo!, que está en los cielos, en el
    epicentro del paraíso.

    Y es por esta razón, que los cielos "anuncian" sin cesar
    jamás la justicia de nuestro Padre Celestial, y los pueblos
    ven la gloria de Dios "resplandecer" en la llega (y en el
    reencuentro final) de nuestro gran rey Mesías con el hombre
    de la tierra, para jamás volverse a separar, por culpa del
    pecado de nadie. Y así entonces "vivir infinitamente" en la
    justicia y en la rectitud perfecta de los frutos del Árbol de
    la vida eterna, su Hijo amado, como "un fruto más de la nueva
    vida" de Dios, no sólo en el paraíso de la antigüedad, sino
    también en La Jerusalén de Dios y de su gran rey Mesías, ¡el
    Santo de Israel!

    (Los siguientes libros te ayudaran a entender "la justicia y
    rectitud" de su Hijo amado en tu corazón y en toda tu alma
    viviente, también, para que seas hecho, en un momento de fe y
    de oración, como hoy en día, por ejemplo, en "un fruto de
    vida eterna" del Árbol Viviente de su nuevo reino celestial,
    ¡el Señor Jesucristo!)

    Libro 164


    JUSTICIA:

    "Es el derecho eterno" a lo que "le pertenece justamente" a
    una o varias personas. Éste derecho fundamental a que "la
    vida santa le pertenece a Adán" y a cada uno de sus
    descendientes, no se lo puede arrebatar nadie, ni ningún
    poder del más allá. Es por esta razón, que "la motivación que
    ha movido a Dios", a su Espíritu Santo y con posterioridad
    "ha restaurarle este derecho único y perpetuo al hombre "no
    ha cesado nunca, desde los primeros días de vida del hombre
    en el paraíso y hasta nuestros días en toda la tierra, por
    ejemplo.

    Porque el deseo constante de Dios, para con el hombre, "es de
    restituirle cada uno de sus derechos celestiales de vida
    eterna", no sólo "en el paraíso, en la tierra", sino también
    "en todos los lugares del reino de los cielos", para que
    "pueda vivir su vida normal" y más no muera jamás. Porque la
    verdad es que el hombre "tiene derecho a caminar y acceso" a
    todos los lugares del reino de los cielos y hasta aun en los
    más recónditos del más allá, los cuales "sólo le pertenecen
    al SEÑOR", único Creador del cielo y de toda la tierra.

    Es más, "ni aun los ángeles" más santos del reino "tienen
    tanto derecho a vivir" en el cielo, y "ha ingresar a los
    lugares muy santos y muy preferidos" de nuestro Padre
    Celestial, como el hombre del paraíso y de toda la tierra,
    también, por ejemplo, lo tienen infinitamente, por inicio
    propio. Y es por esta razón, mucho más que ninguna otra, que
    Lucifer y muchos de sus ángeles rebeldes, por ejemplo, "nos
    envidian tanto" y aun hasta la muerte de cada uno de
    nosotros, en el paraíso, en la tierra y en el más allá,
    también (y aunque tú, ni los tuyos, lo crea así, es verdad,
    mi estimado hermano).

    En realidad, esta es una de las verdades más guardadas del
    enemigo de nuestras almas eternas; "ciertamente Lucifer no
    desea" que tú, ni ninguno de los tuyos, "conozcas esta gran
    verdad" en tu corazón jamás. Entonces el enemigo "hace todo
    lo posible para esconderla de ti", con mentiras para que así
    no sientas deseo de conocer a Dios, ni a su Jesucristo, ni a
    su Espíritu, ni menos a ninguno de los lugares eternos del
    reino celestial, de los cuales "sólo a ti te pertenece el
    derecho" de conocerlos y de caminar por ellos infinitamente.

    Conocerlos y caminar por siempre por sus lugares para
    "disfrutar su grandeza y su profunda gloria celestial", en tu
    corazón y en toda tu alma eterna, mi estimado hermano y mi
    estimada hermana, de la misma manera como Dios y sus ángeles
    "viven y disfrutan infinitamente" de cada una de ellas día a
    día y por siempre, por ejemplo. En verdad, el reino de los
    cielos "es tan vasto", que realmente "no tiene fronteras" con
    ningún otro lugar en el más allá; "y todo te pertenece a ti
    por derecho propio", de acuerdo a la voluntad perfecta de
    nuestro Dios, desde el día que nos formo en sus manos
    sagradas, en la tierra santa del cielo.

    Y, hoy en día, tu corazón, así como tu alma y todo tu cuerpo,
    espiritualmente hablando, "clama por volver al cielo 'y
    regresar" a los lugares santos y sagrados" que, por inicio,
    "nos pertenecen" para vivirlos y gozarlos infinitamente, en
    nuestras vidas celestiales del paraíso. Y "lo único que nos
    detiene" para regresar a nuestras casas del cielo, a nuestros
    hogares eternos del paraíso, por ejemplo, es el mismo pecado
    original de Adán y Eva en nuestras sangres humanas.

    Pero esto "no es ningún problema alguno", en nuestras vidas,
    "si tan sólo creemos" en nuestros corazones y "así
    confesamos" con nuestros labios: la verdad y la justicia
    celestial de nuestro Padre Celestial y de su Espíritu Santo y
    ¡del Señor Jesucristo! Es por esta razón, que nuestro Padre
    Celestial, desde mucho antes que separara las aguas de su
    firmamento y de la tierra, entonces "ya había comisionado,
    apoderado" a su Espíritu Santo, para que "comience a
    descender" sobre la tierra seca, porque Él es la vida y la
    sangre del pacto eterno, entre Dios y el hombre de la
    humanidad entera.

    Y luego de que nuestro Dios había enviado al mundo "al
    espíritu de la sangre" y del Árbol de vida, para que
    "subyugue" a cada una de las profundas tinieblas del más
    allá, en todos los lugares de la tierra, entonces "crea al
    hombre" en su imagen y conforme a su semejanza celestial,
    para que viva "únicamente su vida infinita". (De hecho, es
    aquí cuando nuestro Padre Celestial te crea a ti, en sus
    manos sagradas, mi estimado hermano y mi estimada hermana,
    para que vivas, no la vida que vives, hoy en día, en la
    tierra, sino la del paraíso, la de Cristo, su Hijo amado, ¡el
    Mesías!)

    Primero Dios crea a Adán en sus manos; y luego "Dios vio que
    no era bueno que él esté sólo", entonces lo duerme y de su
    quinta costilla "saco a la compañera" de su vida, Eva; de
    igual forma, "ambos fueron creados en las manos de Dios",
    pues, así también tu misma vida, mi estimado hermano y mi
    estimada hermana. Que Adán haya sido creado primero y luego
    Eva, para que "posteriormente tú también 'salgas' de sus
    cuerpos", de sus carnes, de sus sangres, de sus almas y de
    sus espíritus humanos, no importa (o no es gran diferencia) a
    nuestro Dios, en el paraíso, en toda la tierra o en el nuevo
    reino de los cielos, por ejemplo. Es decir, que "no importa
    quien nació primero o último", en el cielo o en la tierra, lo
    que importa hoy en día y por siempre, "si has comido" del
    fruto de la vida eterna, del cuerpo y de la sangre del Árbol
    de vida.

    Entonces lo que sí importa aquí y en el cielo, delante de
    Dios y de su Jesucristo, "es que tú comas y bebas de su fruto
    de vida eterna, para que tengas vida en abundancia, en la
    tierra y luego en el paraíso, para entrar en el nuevo reino
    de Dios y de sus huestes celestiales, en el más allá". Eso,
    "si es verdad y si es justicia" eterna, por tanto, si importa
    mucho en el corazón, en el pensar y en el deseo infinito de
    su Espíritu Santo y de su Hijo amado en tu vida y en la vida
    de cada uno de los tuyos, también, mi estimado hermano y mi
    estimada hermana.

    Entonces en este día, muy crucial para tu vida, así como lo
    fue para Adán y Eva, en el paraíso, por ejemplo, "tú tienes
    que hacer una decisión muy en serio" en tu corazón, y esto es
    para vida eterna. Es decir, que "debes de creer en tu
    corazón", en "la verdad y en la justicia infinita: de Dios,
    de su Espíritu Santo y de su Árbol de la vida, en el paraíso,
    en la tierra y así también, "igual y eternamente", en la
    nueva gran ciudad celestial del Gran Rey Mesías, La Nueva
    Jerusalén Santa y Perfecta del cielo.

    Porque "si no lo haces así" en tu corazón, para bien eterno
    de tu alma viviente, mi estimado hermano y mi estimada
    hermana, entonces "permanecerás infinitamente en la oscuridad
    de siempre", como en la oscuridad del fondo de la tierra, o
    la oscuridad del vientre de tu madre, por ejemplo, no para
    vivir, sino para morir infinitamente en tu pecado. Y nuestro
    "Dios no desea que sigas perdido" en tus profundas tinieblas
    del pasado o de la muerte eterna de tu corazón y de tu alma
    viviente, sino que "regreses a la luz" que, en su gran día:
    "te vio vivir, por vez primera", como "vio la vida de Adán"
    santa, perfecta, feliz y pura, por ejemplo, "en el paraíso".

    Y así no vuelvas jamás, ni ninguno de los tuyos, en sus
    millares, en todos los lugares de la tierra, "ha alejarte de
    tu Dios y de su gran verdad y justicia infinita", su Hijo
    amado, ¡el Señor Jesucristo! Porque "el alejarse de Dios es
    alejarse del Árbol de la vida", o viceversa, "alejarse del
    Árbol de la vida es vivir ciego y lejos de la verdad y de la
    justicia infinita" de tu Dios y Creador de tu alma eterna, en
    esta vida y en la venidera, también, eternamente y para
    siempre.

    LA JUSTICIA ENGRANDECE EL CIELO Y ASÍ TAMBIÉN LAS NACIONES

    La justicia "engrandece a la nación" hasta lo sumo delante de
    Dios, pero "el pecado es afrenta" para los pueblos y "hasta
    la muerte más cruel posible", en la tierra y en el más allá,
    como el mismo fuego eterno del infierno y del lago de fuego,
    también, por ejemplo. Y esta justicia de Dios "no es una
    justicia cualquiera", sino la que sólo puede provenir del
    cielo, como del mismo Señor Jesucristo a tu corazón, a tu
    alma y a toda tu vida, de hoy en día y del futuro, por
    ejemplo.

    Porque todo lo que somos, y hemos de ser infinitamente, "si
    permanecemos fieles a Dios" y a su nombre santo, en nuestros
    corazones y en nuestras vidas, es, ni más ni menos el mismo
    Señor Jesucristo de siempre, en cada uno de nosotros, en el
    paraíso, en la tierra y así también en el nuevo reino
    celestial. Y somos de Jesucristo, porque "de él hemos salido
    para vivir la vida" gloriosa y sumamente honrada de nuestro
    Padre Celestial, en el paraíso primero y así también en la
    tierra, para posteriormente "entrar por fin": a vivir su
    gloria y su paz infinita, en su nuevo reino celestial, como
    en La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo.

    Y "esto es justicia para Dios" para con cada uno de nosotros,
    en nuestros millares, en todos los lugares de la tierra, de
    que "vivamos infinitamente en Él" y más "no muramos en
    Lucifer", jamás. Y "si hemos de vivir", entonces "ha de ser
    por el mismo fruto de vida eterna", el cual nuestro Dios
    mismo (y no un ángel del cielo) le lleva en su día, por el
    camino, de la verdad, de la vida y de la justicia eterna del
    paraíso y de toda la tierra, también, su Hijo amado, ¡el
    Señor Jesucristo!

    Y nuestro Padre Celestial "le ofreció" comer y beber de su
    Árbol de vida eterna a Adán y a cada uno de sus descendientes
    también, "porque era lo justo" en el paraíso y así también,
    hoy en día, en todos los lugares de la tierra, como en un
    momento como hoy mismo en tu vida, por ejemplo, mi estimado
    hermano. Y si nuestro Dios "te habla en su justicia" y, a la
    vez, "te ofrece comer" del fruto del Árbol de la vida,
    entonces "no se lo rechaces", jamás, para que no peques como
    Adán y Eva, y causes más mal no sólo a tu vida, sino a
    muchos, también. En realidad, este mal proceder de tu vida en
    contra de la voluntad perfecta de Dios para tu vida y su gran
    rey Mesías, no seria jamás verdad y justicia para tu vida, ni
    para la de nadie, jamás.

    Recuerda una vez más, "antes de volver a pecar" ante Dios y
    ante su Árbol de la vida eterna. No se lo rechaces como Adán
    y Eva lo hicieron en sus días, por error y por engaño, por
    ejemplo, de la mentira mortal del enemigo eterno, Lucifer,
    sino haz todo lo contrario, para bien de tu alma y de tus
    nuevos días largos y eternos aun porvenir, en tu futuro
    celestial de la tierra y, por supuesto, del cielo. Es decir,
    que tienes que "aceptarla, consentirla, admitirla", en tu
    corazón y en tu vida, también, para que comience hacer todas
    esas obras sobrenaturales en tu alma viviente, con el fin de
    que sanes de tus males y así puedas "comenzar a crecer":
    espiritualmente, corporalmente y psicológicamente, delante de
    Dios y de su Espíritu Santo, también, para una vida mejor.

    Pues nuestro Dios nos ha creado "en su justicia divina" para
    darnos siempre de él y más no de nadie más; y esto es, de
    realmente "darnos día y noche" de su corazón, de su espíritu,
    de su alma y de su misma vida santa e infinitamente gloriosa,
    llena por siempre de sus muchas y honrosas bendiciones, del
    cielo. Además, es justicia y, a la vez, correcto de nuestro
    Dios de siempre "darnos de su Jesucristo" día y noche y por
    siempre en nuestras vidas en la tierra, y así también en el
    más allá, en nuestras nuevas vidas celestiales del paraíso y
    del nuevo reino venidero, para que "crezcamos" con el
    propósito de conocerle aun más que antes. Porque la comida y
    bebida de Dios te hace crecer infinitamente, espiritualmente
    hablando, para que conozcas por siempre su voluntad perfecta
    para con tu vida infinita, su justicia y su verdad inmortal,
    su Hijo amado, el gran rey Mesías de todos los tiempos.

    Por deducción, "la justicia de nuestro Dios" para con sus
    ángeles del cielo y así también para con cada hombre, mujer,
    niño y niña de toda la tierra, comenzando con Adán y Eva en
    el paraíso, por ejemplo, "es para siempre", para la nueva
    eternidad venidera de la tierra y del más allá, también. Es
    decir, que la justicia del corazón de nuestro Dios "no tiene
    principio ni fin" tampoco en él, ni en ninguno de sus seres
    creados, como ángeles del cielo y así también como cada ser
    viviente de la humanidad entera, comenzando con Adán primero,
    en el paraíso, por supuesto, en sus primeros días de vida y
    de gloria celestial.

    Y nuestro Dios comenzó "a manifestar de su justicia" primero
    con Adán, como en el día que le ofreció comer del fruto del
    Árbol de la vida, porque él fue "su primer obra" de sus manos
    santas en el paraíso y, hoy en día, en toda la tierra,
    también, "sólo por medio" de la fe, de su Hijo, ¡el Mesías!
    Es por eso, que la justicia de nuestro Dios "ha esperado
    pacientemente" por cada uno de nosotros, desde mucho antes
    que fuésemos creados en las manos de Dios, para "llevar su
    imagen y vivir infinitamente" según su semejanza celestial,
    en el paraíso, en la tierra y posteriormente en su nueva vida
    celestial del nuevo reino venidero, por ejemplo.

    Por lo tanto, "es justo" para nuestro Dios que nosotros
    "tengamos" todo lo que necesitemos en nuestras vidas, por
    amor infinito y por justicia propia, porque nuestro Dios "no
    nos creo" en sus manos santas "para sufrir necesidades" de
    ninguna naturaleza, en el paraíso, en la tierra, ni menos en
    el nuevo más allá venidero, sino todo lo contrario.
    Ciertamente, nuestro Dios "nos ha sacado" del fondo de la
    tierra y de sus profundas tinieblas con sus manos santas,
    "para que gocemos" de su vida infinita y de su felicidad
    eterna, la de su Hijo amado, ¡el Árbol de la vida y de salud
    eterna del cielo, de la tierra y del nuevo reino celestial!

    Es por eso, que nuestro Dios "nos ha dado lo mejor de su vida
    personal" y así también "lo mejor de la vida misma" sumamente
    honrada e infinitamente gloriosa de su Árbol de vida eterna,
    su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Y esto es algo que Dios
    "jamás ha hecho con ningún ángel del cielo", desde los días
    de la antigüedad y hasta nuestros días, por ejemplo, "salvo
    con el hombre" de toda la tierra, como hoy en día contigo, mi
    estimado hermano y mi estimada hermana. Y nuestro Dios obra
    así contigo, por amor a su verdad y a su justicia infinita
    viviendo en tu corazón, el Señor Jesucristo.

    Y "como demostración" de que nuestro Dios "nos ha dado" su
    vida santa y gloriosa de su corazón y del nuevo reino
    celestial, entonces el Señor Jesucristo "no escatimo su
    propia vida", cuando caminaba diariamente por las calles de
    las ciudades de Israel, hablando del amor de Dios a los que
    tenían sed, de justicia y de su verdad eterna. Ni menos "huyo
    del fuego ardiente", de los árboles cruzados de Adán y Eva,
    sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén,
    sino que "enfrento" a la muerte del alma del hombre, "como un
    buen soldado" del reino de los cielos, para "alcanzar glorias
    y vida eterna", para la nueva vida de su nueva humanidad
    celestial.

    "Matando", al mismo tiempo, "al ángel de la muerte", y a cada
    una de sus huestes infernales del bajo mundo de los espíritus
    y almas perdidas, "con su propia vida santa" e infinitamente
    pura, "de acuerdo a la Ley" de Dios y de Moisés, por ejemplo,
    "completamente satisfecha" y sumamente honrada, "en su
    corazón y en su sangre sobrenatural", también. Es decir, que
    "la Ley de Dios ha triunfado" gloriosamente "sobre el pecado,
    'sus maldiciones' y su muerte eterna", en la tierra, en el
    infierno y en el lago de fuego, también, "para bien de Adán"
    y cada uno de sus descendientes, en todos los lugares de la
    tierra, desde la antigüedad y hasta nuestros días, por
    ejemplo.

    Y es precisamente "ésta justicia" del más allá, la cual
    "ninguno de nosotros podía alcanzar jamás" en nuestros
    corazones, en nuestros espíritus, en nuestras almas y en
    nuestras vidas infinitas "hasta que el Señor Jesucristo llega
    a Israel" y, a la vez, como hoy en día "a nuestras vidas,
    también", por el poder del Espíritu Santo y la palabra viva.
    Porque sin el Señor Jesucristo "entonces Israel no podía
    tener justicia", ni menos ninguna nación de toda la tierra;
    es más, todos estaban "viviendo en las profundas tinieblas"
    de siempre "hasta 'la aparición del Señor Jesucristo' y de su
    palabra viva", sobrenatural, todopoderosa y muy milagrosa, e
    infinitamente llena de vida y de salud eterna, para el alma
    del hombre.

    Es por eso, que "sólo el Señor Jesucristo", delante de Dios y
    de su Espíritu Santo, "es la justicia salvadora del alma
    viviente" del hombre de toda la tierra, hoy en día y como
    siempre en la eternidad venidera, del nuevo reino de los
    cielos. Y "sin la justicia manifestada" a nuestras vidas de
    Dios y de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, entonces "el
    enemigo eterno" de nuestras vidas, "como Lucifer", por
    ejemplo, "podía" muy bien "continuar arrebatándonos" todas
    las cosas, de las cuales "legalmente nos pertenece" a
    nosotros, para "destruir nuestras vidas y nuestra fe", en
    Dios y en el Señor Jesucristo.

    Y "esto es muerte eterna", desde ahora para cualquier hombre,
    mujer, niño o niña de la humanidad entera; de hecho, "esto es
    un mal" terriblemente peligroso "no conocer al Señor
    Jesucristo", para "la existencia de toda vida humana", en el
    paraíso y en toda la tierra. Por lo tanto, "es justicia
    eterna", en contra de todos los males del enemigo, grandes y
    pequeños, cuantiosos o no, "para el corazón del hombre"
    delante de Dios y de su Espíritu Santo "invocar, 'conocer y
    profesar' el nombre sagrado del Señor Jesucristo", para
    bendición, protección, sanidad y sobre todas las cosas,
    "salvación infinita".

    Porque el Señor Jesucristo "ha descendido del cielo" con "la
    justicia celestial de nuestro Padre Celestial" y de su vida
    sumamente santa y honrada del paraíso; pero Lucifer "ha
    entrado al mundo", para "mentir, robar, matar y destruir"
    todo lo que es vida y de Dios en el corazón, en el alma y en
    la vida de la humanidad entera. Es por eso, que "sin el Señor
    Jesucristo en nuestras vidas", entonces "Lucifer" y cada uno
    de sus seguidores fieles "tiene poder" (y la puerta bien
    abierta) "para seguir mintiéndonos, robándonos, matándonos y
    destruyéndonos", hasta "que no quede nada de nada" de
    nosotros en toda la tierra, como en el paraíso, por ejemplo,
    con Adán y Eva.

    BENDITOS POR DIOS SON LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DEL ÁRBOL
    DE LA VIDA

    Dichosos los que tienen "hambre y pasión por la justicia y la
    verdad salvadora de Dios", porque "ellos serán saciados por
    el SEÑOR". Estos son de los que tienen "hambre y anhelo de
    vivir la vida" gloriosa y sumamente honrada de su Creador y
    de su Árbol de vida, el Señor Jesucristo, libres de los males
    del pecado; es decir, que "ellos claman en sus espíritus", en
    sus corazones y en sus almas eternas, por "la llenura
    celestial del Mesías" en sus vidas.

    Esto "es justicia del corazón y del alma eterna" del hombre,
    "sólo posible en la verdad y en la vida sagrada" de su Árbol
    de vida eterna, ¡el Señor Jesucristo! De hecho, esto es el
    Espíritu de Dios "obrando en sus vidas", para que "comiencen
    a sentir" la bendición de Dios, la cual "los llena de la
    verdad, la vida y la santidad y de la felicidad celestial" de
    Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!

    Porque es el Espíritu de Dios "quien nos hace sentir 'el
    deseo' de justicia y de la verdad viviente" del corazón y del
    alma gloriosa, de nuestro Padre Celestial que está en los
    cielos; pues de otra manera, "no somos felices jamás", en el
    cielo, ni menos en la tierra, "sin el sentir del SEÑOR" en
    nuestras vidas. Y cuando el Espíritu de Dios "comienza a
    obrar en nuestras vidas", en sus diferentes formas, como lo
    suele hacer, entonces "esto significa que Dios nos está
    llamando", para que nos levantemos hacia él y dejemos atrás
    las tinieblas de siempre, las cuales "nos llevan día y noche
    hacia la destrucción eterna", del fuego del infierno, en el
    más allá.

    En la medida en que, "cada tiniebla" del enemigo "es una
    distancia larga de recobrar", desde nuestros corazones y
    hacia nuestro Árbol de vida eterna, ¡el Señor Jesucristo! Es
    por esta razón, que desde el comienzo de todas las cosas, en
    el reino de los cielos y en toda la tierra, también, nuestro
    Padre Celestial "envió a su Espíritu Santo primero", para
    subyugar todas las profundas tinieblas del más allá, "sobre
    toda la faz de la tierra y hasta 'levantar al hombre' del
    subsuelo", con mucho poder celestial.

    Entonces "sólo el poder sobrenatural" del Espíritu Santo y
    así también del Señor Jesucristo "podían realmente levantar"
    al hombre del subsuelo de la tierra, "como en el día que el
    Espíritu de Dios tuvo" que entrar en el vientre virgen de la
    hija de David, para que a los nueve meses entonces "darnos
    vida eterna", ¡el Mesías! Ya que, "sólo el Mesías es la vida
    eterna" del paraíso y de todo ser creado en toda la creación
    de Dios "incluyendo primordialmente al hombre", en toda la
    tierra, de nuestros días y de siempre, en la nueva eternidad
    venidera.

    Entonces "éste mismo Espíritu Santo" de Dios posteriormente
    "tuvo que levantar al Señor Jesucristo" desde el centro de la
    tierra "como en el día que levanto al hombre perdido" de las
    mismas tinieblas de la tierra, para que "las manos de Dios lo
    formase en su imagen y conforme a su semejanza celestial e
    infinita de su nueva vida eterna". Y nuestro Padre Celestial
    "hizo todas estas cosas" en el principio, y con su Espíritu
    Santo, también, "para no sólo levantar al hombre" de su
    condición espiritual de perdición eterna, del bajo mundo de
    los muertos, sino también "para llenarlo de su verdad y de su
    justicia infinita" de su nueva vida venidera, para su nuevo
    reino celestial.

    Porque nuestro Dios "busca un nuevo reino celestial" desde la
    antigüedad, no en los ángeles del cielo, sino "en la vida de
    cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera", de
    los cuales él mismo los "ha formado en sus manos santas",
    para "este gran propósito venidero" de su nueva vida
    celestial, sea entonces "una realidad infinita". Y nuestro
    Dios "los levanto del mismo polvo" de la muerte eterna, de
    las mismas profundas tinieblas del corazón perdido de
    Lucifer, "no para que sean de sus enemigos", como Lucifer,
    por ejemplo, sino que sean "para su nueva vida infinita", la
    cual ha salido ya de su Árbol de vida para la eternidad, su
    Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Entonces tanto el hombre y
    como Jesucristo fueron levantados por Dios y por su Espíritu
    para la vida y de las mismas profundas tinieblas de siempre,
    la única diferencia de entre los dos, fue que Adán peca y
    Jesucristo no; así Dios comenzó su nueva vida infinita, en la
    resurrección no del pecador, sino del Mesías fiel, su Hijo
    amado.

    Porque por "esta justicia infinita" de su Hijo, fue la razón
    por la cual "Dios comenzó a amar al hombre en su corazón",
    para "redimir su alma" del mal del enemigo en el más allá, en
    toda la tierra y para posteriormente "entregarle su nueva
    vida celestial", sin jamás escatimar nada de ella hacia su
    nueva vida celestial e infinita. Y ésta nueva vida celestial,
    "es la que jamás conocerá el pecado", ni ninguno de sus males
    en su "nuevo cuerpo glorificado", el cual recibirá del mismo
    Árbol Viviente, para poder entrar al cielo y vivir su vida
    angelical, por la cual Dios lo llamo en el comienzo de todas
    las cosas, por inicio, desde las tinieblas de la tierra.

    Ni tampoco esta nueva vida celestial del hombre "ha de
    conocer jamás el fin de sus días", en la tierra "ni menos en
    el nuevo reino de los cielos", como en La Nueva Jerusalén
    Celestial e Infinita del cielo, por ejemplo, sino todo lo
    contrario. Esta vida del hombre "sólo conocerá a su Dios y a
    su gran rey Mesías", en "los poderes sobrenaturales de la
    vida misma gloriosa y sumamente honrada de su Espíritu Santo,
    para sólo ser feliz y gozar la vida eterna, en su corazón y
    en su alma, por ejemplo, desde ya en la tierra para regresar
    luego al paraíso pronto".

    Fue por esta razón, que nuestro Dios "envió primero a su
    Espíritu Santo", para que subyugue a cada una de las
    profundas tinieblas del más allá, "sobre toda la faz de la
    tierra", con el propósito de "redimir, al hombre y a la mujer
    de sus males eternos", sólo posible "por su justicia sin
    igual e infinita", ¡el Señor Jesucristo! Y nuestro Dios "fue
    infinitamente bueno" para con cada uno de nosotros, porque
    "aun estando muertos" entre las profundas tinieblas del más
    allá del corazón de la tierra, entonces "oyó nuestro clamor"
    personal: por la verdad y por la llenura de su espíritu de
    justicia eterna en nuestras vidas, para que "nos levantemos
    de nuestra muerte", y veamos la vida.

    En otras palabras, "quien realmente despertó" este deseo "de
    ayudarnos y de levantarnos" con sus mismas manos santas, de
    nuestra condición espiritual de perdición eterna, de entre la
    profundidad de la tierra, "fuimos nosotros mismos", "al
    clamarle" a él "por su verdad y por su justicia redentora" y
    todopoderosa también, sólo posible en su Árbol de vida
    eterna, ¡su Jesucristo! Porque "esta era la única manera",
    por la cual nuestro Dios "nos podía redimir" de los males del
    más allá, para "posteriormente entrar a vivir con él" y así a
    gozar de los frutos de su Árbol de vida, su gran rey Mesías,
    la nueva vida celestial e infinita del ángel del cielo y así
    también de la humanidad entera.

    Es decir, también, "que éramos nosotros mismos quienes
    clamaban" día y noche al cielo a través de los siglos, para
    que nuestro Dios "nos rescatase" con su Espíritu Santo y con
    la vida misma de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, de los
    males de las profundas tinieblas de Lucifer en toda la
    tierra. Y entonces llego el día, cuando nuestro Dios le dijo
    a su Espíritu "descendamos a la tierra", para "formar al
    hombre en nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza", en
    el Árbol de la vida eterna, para que el hombre "ya no conozca
    las tinieblas" del mal, sino "la luz de su nueva vida", por
    la cual clama a mi.

    Y desde el día que nuestro Dios "nos libero de los males" del
    más allá, como de las profundas tinieblas del corazón de la
    tierra y del corazón de Lucifer, "entonces nos olvidamos de
    todo" lo que Dios había hecho por nosotros, en los poderes
    sobrenaturales de su Espíritu Santo y de su Árbol de la vida
    eterna del paraíso. Y es aquí "cuando Lucifer se aprovecha
    del descuido" de Adán y de Eva "para intentar engañarlos" y
    así "robarles sus vidas infinitas del paraíso", con todos sus
    derechos de santidad y de justicia celestial de Dios y de su
    Espíritu Santo, "para que jamás conozcan" a su salvador
    celestial, ¡el Señor Jesucristo!

    Pero aunque Lucifer "logro hacer de las suyas" en el paraíso
    y así también en la vida de muchos en todos los lugares de la
    tierra, "nuestro Dios tiene la victoria final" sobre él y
    sobre cada una de sus maldades, "en los poderes
    sobrenaturales de su Hijo amado", ¡el Señor Jesucristo! Por
    lo tanto, "benditos han de ser por siempre" por nuestro Padre
    Celestial, por su Espíritu Santo y por su Jesucristo, "para
    que con los que 'tienen hambre y sed de justicia' y de vida
    eterna", en la tierra y en el paraíso, también, desde hoy
    mismo y para siempre en la eternidad venidera, del nuevo
    reino de los cielos.

    EL REINO DE DIOS ES VERDAD, PAZ Y JUSTICIA INFINITA

    Es por esta razón, que el reino de los cielos "no es comida
    ni bebida" para ángeles del cielo, ni para la humanidad
    entera del paraíso, ni de la tierra, tampoco "sino justicia,
    paz, gozo y felicidad infinita", únicamente "en el Espíritu
    Santo de Dios y en el fruto de vida eterna" de su Hijo amado,
    ¡el Señor Jesucristo! Por lo tanto, nosotros "estamos
    llamados", por nuestro Creador y Padre Celestial de nuestras
    almas infinita, "ha creer en la verdad y en la justicia
    celestial" de su Hijo amado "para entonces vivir la vida
    eterna", desde ahora mismo en todos los lugares de la tierra,
    mucho antes de regresar al paraíso.

    Ya que, todos los que deseen vivir en sus vidas celestiales
    del más allá, "entonces tienen que vivir en la verdad y en la
    justicia eterna" del Árbol de la vida, el Señor Jesucristo; y
    si no "han de morir infinitamente" en sus pecados eternos,
    por los cuales "no hay salvación alguna", ¡salvo en invocar y
    creer en el Mesías! Porque todo pecado del hombre "es
    injusticia inmoral" y, es, a la vez, "eterna también", para
    mal de su alma, en esta vida y en el más allá, para siempre.

    Fue por esta razón, de que Dios "llamo a Adán a comer y beber
    del fruto de la vida" y de todos los árboles del paraíso,
    pero "jamás del árbol de la ciencia" del bien y del mal "para
    que su corazón no sufra y su alma no muera nunca", en el
    paraíso y en todo el reino celestial. Porque "sólo en el
    fruto del Árbol de la vida hay verdad y hay justicia", para
    todo ser creado del cielo y de toda la tierra, también, "y
    más no en el fruto del árbol prohibido", prohibido
    tajantemente al hombre por Dios y por su justicia eterna, de
    la vida santa del paraíso y del nuevo reino celestial, por
    ejemplo.

    Es por eso, que "cuando Dios hablaba con Adán", entonces
    "Dios mismo se dio cuenta" de que en el corazón de Adán
    "faltaba el conocimiento de la verdad y de la justicia
    celestial de su Hijo amado", para seguir viviendo "y así
    crecer espiritualmente hacia él y hacia su nueva vida
    celestial", del nuevo reino venidero del cielo. Y "sin la
    verdad y la justicia del Señor Jesucristo viviendo" en el
    corazón del hombre, entonces nuestro Dios "no puede tener
    ninguna comunicación alguna", con él ni con ninguno de los
    suyos, tampoco, eternamente para siempre.

    Además, "Dios decidió llevar" a Adán, por "el camino de la
    verdad y de la justicia eterna de su Hijo amado" y de toda
    vida del reino de los cielos, para que "su corazón conociese
    a su Dios y Creador de su vida", al "tan sólo comer y beber
    de su Hijo", desde aquel momento y para la eternidad. Y "esto
    fue algo que Adán ni Eva jamás entendieron" en sus corazones
    y en sus espíritus humanos, y "sólo hasta que fue demasiado
    tarde" para ellos y para sus descendientes, por ejemplo, en
    el paraíso y en la tierra, también (como ha sucedido
    diariamente con mucha gente a través de los tiempos y hasta
    nuestros días, por ejemplo).

    En vista de que, la nueva vida del nuevo reino de los cielos,
    "sólo se vive en la verdad y en la justicia sobrenatural de
    su Hijo amado", ¡el Señor Jesucristo! Y "sin esta verdad y
    justicia celestial de Dios y del Señor Jesucristo", entonces
    "no es posible la vida de ningún ángel del cielo", ni mucho
    menos "de ningún hombre o mujer del paraíso" o de la tierra,
    de nuestros días y de siempre, por ejemplo. En verdad, todo
    ser que debería estar vivo, entonces estará muerto, porque el
    SEÑOR no es parte de su vida (o no vive en su corazón), "para
    cumplir toda verdad y toda justicia celestial", salvadora e
    infinita para su alma viviente, en la tierra y en el paraíso,
    también.

    Por ello, hoy en día más que nunca "necesitas la verdad y la
    justicia salvadora" para tu alma infinita, mi estimado
    hermano y mi estimada hermana "para que te alejes de las
    profundas tinieblas", como de las que te han estado haciendo
    daño en tu vida y así puedas ver claramente, "en la luz de
    Cristo": tu única vida eterna. Y esta vida eterna "no la
    puedes perder jamás", como Adán perdió la suya, o como
    perderás tu misma vida terrenal algún día no muy lejano, a
    causa del pecado o de la muerte de Lucifer o del ángel de la
    muerte, en el infierno, por ejemplo.

    "No debes perder jamás" la vida del Señor Jesucristo (o
    Mesías) en ti, por ninguna mentira (religiosa o no) de
    Lucifer, ni por ninguna razón de los labios pecadores y
    pecadoras de toda la tierra, del ayer, de hoy y de siempre.
    Porque "esta vida eterna" de Dios y de su Espíritu Santo "ha
    sido creada para ti", "sólo por medio del fruto del Árbol de
    la vida", su Hijo amado, el gran rey Mesías de todos los
    tiempos.

    Además, esta vida nueva "es tan gloriosa y tan honrosa", la
    cual "no se puede comparar a nada por más glorioso que sea en
    todo su esplendor infinito del reino de los cielos", salvo a
    nuestro Dios mismo y a su Hijo amado, por ejemplo, en el
    poder sobrenatural de la santidad infinita de su Espíritu
    Santo. Por ende, "tú necesitas" de Dios y de su Jesucristo
    para seguir viviendo en la tierra y así también
    posteriormente en tu nueva vida del paraíso y del nuevo reino
    inmortal, como La Nueva Jerusalén Santa e Infinita del cielo,
    por ejemplo, en donde "sólo veras todo por la luz de Cristo",
    en todos los días de tu vida eterna. (Porque hoy en día, así
    como Adán y Eva, tú mismo y muchos "ven sus vidas por medio
    del espíritu de error" y de gran decepción y maldad infinita
    de Lucifer y de la serpiente antigua del Edén, por ejemplo; y
    nuestro Dios ha cambiado todo este mal terrible en tu vida,
    por amor a nuestro salvador Jesucristo.)

    Por esta razón, nuestro Dios te llama desde siempre, desde
    los primeros pasos del hombre en el paraíso y por toda la
    tierra, también, a que veas tu vida sólo por medio de su
    fruto de vida eterna, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! De
    otra manera, "no podrás" realmente jamás "tener luz" en tu
    vida "para ver la vida eterna", por la cual Dios te creo en
    sus manos santas, en el comienzo de todas las cosas, en el
    más allá, sino que "seguirás viviendo en tus profundas
    tinieblas de siempre", de la perdición eterna del infierno y
    del lago de fuego, también.

    Y "de sólo ver nuestro Dios" que "tú caminas hacia este
    terrible destino" de tu vida día y noche y sin parar, del
    cual "jamás podrás escapar", entonces "él sufre igual" como
    "su Hijo amado sufrió por ti" (cuando entregaba su sangre
    santa y toda su vida para redimirte de los males eternos de
    Lucifer y del más allá, también). Por lo tanto, nuestro Dios
    "no ha creado", en su verdad y en su justicia celestial, "el
    fuego eterno" del infierno o del lago de fuego, por ejemplo,
    "para el alma preciosa" del hombre "sino para Lucifer y para
    sus espíritus rebeldes" a Él y a su fruto de vida eterna, su
    Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!

    Porque "tanto Lucifer", como cada uno de sus ángeles caídos,
    en los corazones de los pecadores y pecadoras del mundo
    eterno, desde la antigüedad y hasta nuestros días, "es
    infinitamente rebelde a Dios y a su fruto de vida eterna", ¡
    el Señor Jesucristo! Es por eso, que nuestro Dios "te ha
    estado llamando" todos estos tiempos "por los poderes
    sobrenaturales de su Espíritu de verdad y de su justicia
    eterna" de su Árbol de vida "para que conozcas su amor y sus
    muchas buenas promesas de vida y de bendiciones infinitas",
    para tu alma viviente, en esta vida y en la venidera,
    también.

    Entonces sin más esperar "afiérrate a la verdad y justicia
    celestial" de tu Creador y de tu salvador eterno, su Hijo
    amado, "el gran rey Mesías de tu rectitud infinita", para que
    "vivas" y así jamás tengas que morir en esta vida, ni en el
    más allá, tampoco, para siempre. Y sólo así "tú mismo", mi
    estimado hermano y mi estimada hermana, "veras la vida
    eterna", en "la justicia, en la gloria, en la paz, en la
    verdad" de nuestro Dios y de su Árbol de vida infinita, en la
    tierra y así también en el nuevo reino celestial, como en La
    Nueva Jerusalén Santa e Infinita del cielo.

    LOS ENTENDIDOS DE DIOS POR JESUCRISTO SON LUZ DEL NUEVO REINO

    Por lo tanto, "los que aman a su Dios" por Jesucristo
    "entonces son los entendidos" que resplandecerán con el
    resplandor del firmamento en la luz de su Espíritu, para
    gloria infinita del nombre de su Hijo, el Árbol de la vida; y
    los que "enseñan justicia a sus pueblos", como las estrellas
    "brillaran en su rectitud celestial", para la eternidad.
    Ellos son "la luz del nuevo cielo" de Dios y de sus huestes
    celestiales; pues, "han de vivir infinitamente 'una vida
    mucho más gloriosa' y honrada" que la de los ángeles del
    cielo, por ejemplo, porque únicamente "el fruto de la vida
    eterna (y no ídolos) es parte de sus corazones" y de sus
    vidas, en la nueva eternidad celestial.

    Entonces, "ellos son los escogidos de Dios", "para amar y
    servir su nombre santo" por los siglos de los siglos, no sólo
    en sus corazones, sino también "con cada uno de sus hermanos
    y hermanas de toda la tierra", es decir, de los que han
    recibido al Señor Jesucristo como su único y suficiente
    salvador de sus vidas infinitas. Y "uno de estos", en sus
    millares, en la tierra y así también en el nuevo reino
    celestial, de los que brillaran infinitamente en la justicia
    y verdad de Dios, y aun mucho más que los ángeles del cielo,
    "eres tú mismo", hoy en día, "para vivir y gozar la vida
    eterna", mi estimado hermano y mi estimada hermana.

    Realmente, "esta vida infinita es", no la que conoces hoy,
    sino la del Fundador de tu vida, en la tierra y en el más
    allá, también, como en su nuevo reino celestial, "la que no
    tendrá fin", porque la justicia de la presencia de Dios
    "jamás dejara de ser", en tu corazón y en tu alma viviente,
    también. Y "has de resplandecer en tu corazón" día y noche
    delante de Dios y de sus huestes celestiales en la tierra y
    en el paraíso, igual, "porque el Señor Jesucristo vive en tu
    corazón", desde el momento que "creíste e invocaste" su
    nombre sagrado "para que borres tus tinieblas" y jamás dejé
    de ser en ti, eternamente y para siempre.

    Y, hoy en día, aunque no lo creas así, "desde el momento que
    aceptaste en tu corazón el nombre salvador de tu vida
    eterna", el Señor Jesucristo, "entonces los ángeles ya no ven
    tinieblas en tu alma", sino "sólo la luz más resplandeciente
    que el sol", para gloria y para honra eterna de nuestro Dios
    que está en los cielos. Y así como Dios, los ángeles también
    "ven tu luz celestial", porque "el nombre del Señor
    Jesucristo te ha liberado" de todos los males del más allá,
    para que "ya no vivas y camines por la tierra, en las
    tinieblas" de la muerte eterna, sino "en la luz de su Árbol
    de vida" eterna, ¡el Señor Jesucristo!

    Es decir, también, de que "si vives y caminas en la luz del
    Árbol de la vida", por tu andar por la tierra, entonces "los
    ojos de Lucifer y de sus ángeles rebeldes ya no te seguirán",
    sino "sólo los ojos de Dios", de su Espíritu, de su
    Jesucristo y de sus huestes celestiales, "para ayudarte y
    bendecir tu vida". Y "ellos han de ayudarte y han de
    santificar tu vida" día y noche y por los siglos de los
    siglos, en la nueva eternidad venidera de Dios y de su nueva
    humanidad infinita, "porque tu luz 'es igual' a la de ellos",
    brillante y gloriosa, ni más ni menos, eternamente y para
    siempre.

    Por lo tanto, ellos mismos "te ayudaran y te santificaran",
    con oraciones y con los poderes sobrenaturales del Espíritu
    Santo que vive en sus corazones, para que "crezcas por
    siempre, y no te falte nada jamás, en el servicio glorioso de
    Dios y de su nombre santo e infinitamente glorioso, en tu
    corazón y en toda tu nueva vida celestial". Y sólo entonces
    "conocerás y entenderás" por siempre, en tu corazón y en tu
    alma viviente, también, "porque fue que Dios mismo te saco"
    en el comienzo de todas las cosas, desde el fondo de la
    tierra "para formarte en sus manos", en su imagen y conforme
    a su semejanza celestial e infinita, del nuevo reino venidero
    del cielo.

    En verdad, en aquellos días, "veras lo que jamás tus ojos
    vieron ni paso por tu mente", tampoco; pues, "entenderás lo
    que jamás tu corazón, ni tu mente pudieron entender, ni menos
    conocer", por culpa de la ceguera espiritual de las tinieblas
    del pasado, de las cuales viven en ti, porque "naciste en
    pecado", "y Cristo no era tu salvador". Y todo esto "será una
    realidad infinita" en tu vida, por la cual "fuiste creado en
    el principio", para que "jamás dejes de amar a tu Dios y
    Creador de tu alma eterna" en la nueva eternidad venidera, de
    la nueva vida celestial e infinitamente de Dios y de su Árbol
    de vida, del nuevo reino de los cielos.

    Ciertamente, "has de caminar diariamente en los poderes
    sobrenaturales de la luz de Dios, para que maravillas,
    milagros y prodigios terrenales y celestiales se manifiesten
    en tu corazón", aunque no lo sientas así, para que muchas de
    las bendiciones que no recibiste en tu vida, por culpa del
    mal de Lucifer, "entonces entren en tu vida, como nunca
    antes". Y "Dios ha de ayudarte para bendecir tu vida", con
    los poderes sobrenaturales de su Espíritu y de sus frutos de
    vida y de salud del Árbol Viviente del paraíso, "porque para
    esto Dios te ha llamado de las tinieblas" de la tierra "y en
    las cuales vives", hoy en día, "por falta de conocimiento del
    nombre del Señor Jesucristo".

    Además, "nuestro Dios jamás podrá hacer nada por ti", ni por
    ninguno de los tuyos tampoco, "si no caminas en su verdad y
    en su justicia celestial" de su fruto de vida eterna, ¡el
    Señor Jesucristo! Igualmente, "jamás podrás ver, ni menos
    entender", nada de nada en tu vida, "por la presencia de las
    muchas tinieblas del pecado", las cuales "te siguen" día y
    noche "cegando tu corazón y todo tu espíritu humano", por
    donde quieras que vayas en toda la tierra y hasta que "te
    entreguen a tu muerte eterna" del mismo infierno.

    Pero "lo que debes de entender aquí", mi estimado hermano y
    mi estimada hermana, "es que nuestro Dios 'no te ha creado
    para la muerte', ni para la destrucción" de tu alma entre las
    llamas del infierno o del lago de fuego, (la muerte final de
    todo pecador), "sino todo lo contrario" a todo este mal
    terrible del más allá. En realidad, "nuestro Dios te ha
    creado" y, a la vez, "te ha formado en sus manos santas", en
    su imagen y conforme a su semejanza celestial, "para que
    goces de su misma vida eterna", ni más ni menos, "sólo en los
    poderes sobrenaturales de la verdad y de la justicia
    infinita" de su fruto de vida eterna.

    Porque la vida de nuestro Padre Celestial "está llena de la
    verdad y justicia celestial de su Hijo amado", ¡el Señor
    Jesucristo! Y así también "cada ángel del cielo vive" su vida
    infinita, "en la misma vida gloriosa de su Creador": por lo
    tanto, tú también "tienes que ser lleno de la verdad y de su
    justicia infinita" de su Árbol de vida eterna, ¡el Señor
    Jesucristo! Y sólo entonces entenderás por fin toda verdad y
    toda justicia de Dios en tu corazón para bien de tu vida y de
    los demás, también, en donde sea que te encuentres viviendo
    en todos los lugares de la tierra, por ejemplo, de hoy en día
    y de siempre.

    Porque "esto es verdad y justicia infinita", de las cuales
    "edifican, sanan y salvan infinitamente el alma viviente" de
    cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera "sin
    abandonar la vida de ningún pecador o pecadora de toda la
    tierra, hoy en día ni jamás, en toda la vida de la tierra, de
    nuestros días y de siempre. Y esto debe de ser así contigo,
    desde hoy mismo, "con tan sólo creer en tu corazón y así
    confesar con tus labios", de que el Señor Jesucristo "es su
    Hijo amado", para cumplir toda justicia y verdad eterna de
    nuestro Padre Celestial y Fundador Infinito de tu nueva vida
    celestial, en la tierra y en la eternidad venidera.

    ¡Que reine la verdad y la justicia del Señor Jesucristo en tu
    corazón, para gloria y alegría infinita de nuestro Dios y
    Creador de nuestras almas infinitas, en la tierra y en el
    cielo, eternamente y para siempre!


    Libro 165


    RECTITUD:

    Nuestro Señor Jesucristo es "el maestro de la rectitud" no
    sólo de los ángeles del reino de los cielos, sino también de
    cada hombre, mujer, niño y niña del paraíso y de toda la
    tierra, también, de nuestros días, desde los días de la
    antigüedad y hasta por siempre en la nueva eternidad
    venidera. Porque en el reino de los cielos, el Señor
    Jesucristo ha de seguir siendo "el estandarte de rectitud",
    amor, verdad, justicia y santidad infinita en el corazón y en
    la vida de cada uno de sus siervos y siervas, del paraíso y
    de la humanidad entera, eternamente y para siempre.

    Y es aquí, para donde nuestro Dios te "crea" y, a la vez, te
    "llama" también, para que estés con él y así entonces veas tu
    misma vida eterna, por la cual te formo en sus manos santas,
    en el día de tu creación y de todas tus cosas, también, en el
    paraíso y en la tierra, por ejemplo. Es por esta razón, que
    nuestro Padre Celestial siempre "deseo", que así como los
    ángeles poderosos en santidad y rectitud infinita de sus
    corazones y de sus espíritus infinitos, sea también para con
    sus hijos e hijas del paraíso y de la tierra (incluyendo a
    ti, mi estimado hermano y mi estimada hermana, ya que eres
    obra de sus manos).

    Para que entonces cada uno de ellos, comenzando con Adán y
    Eva, por ejemplo, "llegue" a verle y a conocerle, tal como
    siempre ha sido (y ha de ser) a través de los siglos y hasta
    por siempre, en la nueva vida celestial e infinita del nuevo
    mundo venidero del más allá, por ejemplo, como La Jerusalén
    Gloriosa del Mesías. Porque sin la rectitud del Señor
    Jesucristo, entonces ningún ángel, como Lucifer y sus ángeles
    rebeldes podrán "jamás ver, conocer o sentir" en sus vidas a
    su Dios, ni a su Espíritu Santo, para siempre.

    Y esto es, realmente, profundas "tinieblas" del más allá,
    como del bajo mundo, en donde moran los espíritus rebeles y
    las almas perdidas y sin Cristo en sus corazones, en el
    Abismo, reservados cada uno de ellos para el juicio final de
    Dios y de todas sus cosas, en el cielo, por ejemplo. Por otra
    parte, lo mismo ha sido verdad, desde siempre, para todo
    pecador y para toda pecadora de toda la tierra, desde la
    antigüedad y hasta nuestros tiempos, también.

    Es por esta razón, que nuestro Padre Celestial "lleva antes
    que nada" a Adán al pie del Árbol de la vida, su Hijo amado,
    ¡el gran rey Mesías!, para que "conozca" su verdadera comida
    y su verdadera bebida de su corazón y de su alma infinita,
    para vivir la vida eterna del paraíso. Y así hace, nuestro
    Padre Celestial día y noche con cada corazón y con cada alma
    del hombre, mujer, niño y niña, descendientes de Adán, en
    todas las naciones del mundo entero, para "ofrecerles" sobre
    sus mesas: el fruto de vida eterna (la salvación perfecta de
    sus vidas infinitas) en la tierra y en el paraíso, también,
    para siempre.

    Porque la rectitud del Mesías era de suma importancia para el
    crecimiento espiritual, intelectual y corporal, también, para
    Adán y para cada uno de sus descendientes, en sus millares,
    de todas las razas, pueblos, linajes, tribus y reinos
    eternos, en el cielo y en toda la tierra, también,
    eternamente y para siempre. Y sin la rectitud del Señor
    Jesucristo, entonces Dios no desea (o no podía) tener
    "ninguna relación verdadera" entre Adán y sus criaturas, ya
    sean ángeles del reino u hombres del paraíso y de la
    humanidad entera, en toda su creación.

    Y ésta "rectitud" del Árbol de la vida estaba, ni más ni
    menos, en su fruto de vida y de salud eterna, su único Hijo
    amado, el gran rey Mesías de todas las edades, en el más allá
    y en toda la tierra, también, de nuestros días y de siempre,
    por ejemplo. Es por eso, que nuestro Padre Celestial se la
    "ofreció" a Adán primero, para que coma y beba de él, en
    aquel momento y en todos los días de su vida para la
    eternidad, para que sus pasos sean por siempre "santos,
    rectos", delante de su presencia sagrada y en todos los
    tiempos del reino de los cielos, por igual.

    Pero Adán no llega a "entender" esta gran verdad espiritual y
    justa en su corazón, para mal de su vida y la de sus retoños,
    en sus millares, en todos los lugares de la creación de Dios,
    comenzando en el cielo, en donde "el pecado primero toma
    vida", en los ángeles y luego en el hombre, para mal de
    muchos. Y aunque Adán no comió y bebió de su Árbol de vida
    eterna en el paraíso, para que sus pasos sean justos y rectos
    todos los días de su vida delante de su presencia, ya sea en
    el cielo o en la tierra, entonces Dios aun así "espera de
    él" que sea justo y recto de corazón, delante de él.

    Entonces esa es la "fe infinita", de nuestro Dios, desde
    siempre, de que así ha de ser con cada pecador del mundo
    entero, para que posteriormente se "reconcilie" con su verdad
    y justicia infinita, y regrese a su vida normal del paraíso
    para que sea perfecto y recto en santidad delante de su Ley y
    de su nueva vida eternal. Porque el hombre de toda la tierra,
    después de haber llevado acabo y dicho todo que haya de
    vivir, hacer y decir en su vida, entonces tiene que tener un
    "encuentro personal" con su Dios y Fundador de su vida, por
    medio de su Árbol de vida eterna, ¡el Señor Jesucristo!, para
    reencontrarse con la felicidad celestial de su corazón.
    (Encuentro personal con Dios significa tener una relación
    recta con el Señor Jesucristo, tu único fruto de vida eterna,
    en el paraíso, en la tierra y así también en el nuevo reino
    celestial de Dios y de sus huestes angelicales.)

    Además, para que esto se cumpla en la vida del hombre,
    entonces Dios "envió" a su Hijo amado al mundo, para que sólo
    de él aprendan: verdad, amor, justicia y rectitud en todas
    las cosas de su vida, para gloria y para honra infinita de su
    nombre santo, en la tierra y así también en el nuevo reino
    venidero. Y, hoy en día, más que nunca el hombre "necesita"
    infinitamente: del espíritu de amor, verdad, justicia y
    rectitud del Señor Jesucristo, para escapar cada uno de sus
    pecados delante de Dios y así entonces poder ver la vida
    eterna, desde ya en la tierra, para posteriormente, en el día
    del SEÑOR, entrar nuevamente al reino de su felicidad
    celestial.

    En la medida en que, el reino de los cielos, así como la
    tierra de nuestros días y de siempre, "no fue creado" para
    los ángeles del cielo jamás, aunque no lo creas así, mi
    estimado hermano y mi estimada hermana, sino para Adán y para
    cada uno de sus hijos e hijas de todas las naciones de la
    tierra. Y es por esta razón, que hoy en día vives en la
    tierra tu vida delante de la Ley de Dios, sólo por la gracia
    infinita de su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo,
    para que muy pronto ya te encuentres de nuevo unido a tu Dios
    y a sus huestes celestiales del paraíso. Porque la Ley de
    Dios mata (declara culpable) al pecador, por su culpa, por su
    pecado, por su ofensa a Dios y a su vida santa del reino
    celestial, pero el Señor Jesucristo te protege de ella, por
    los poderes y autoridades sobrenaturales de su sangre y vida
    muy santa, para el cielo y para la tierra, también.

    Entonces el hombre descendió del paraíso, así como el Señor
    Jesucristo posteriormente, pero con el pecado de las
    tinieblas en su corazón y en su sangre contaminada, para
    morir y reencontrarse con el mismo Señor Jesucristo de
    siempre, sobre la cima de la roca eterna, pero esta vez
    clavado a él, para que no evada al Señor más, como antes. Y
    sólo entonces Jesucristo pudo finalmente, no tanto por la fe
    de Adán, ya que lo había rechazado en su primer error humano,
    para ahora darle "rectitud de amor", verdad, justicia y
    santidad infinita a él y a todo aquel que ame a su Creador,
    con tan sólo creer en su corazón y confesar con sus labios su
    nombre redentor.

    Y "éste nombre salvador" del hombre, en la tierra y así
    también del paraíso y del nuevo reino sempiterno, como La
    Nueva Jerusalén Gloriosa del Mesías, es, ni más ni menos, el
    mismo de ayer, de hoy y de siempre, su majestad de Israel y
    de la humanidad entera, el Cristo, el Hijo amado de Dios, ¡el
    Hijo de David! Porque sólo el Señor Jesucristo "cumplió
    rectamente" con su nacimiento, con su vida, con su
    crucifixión: muerte y resurrección en el Tercer Día, cada una
    de las promesas y palabras de los profetas, en las escrituras
    de la antigüedad de Israel, para bien de muchos y gloria
    infinita de nuestro Dios y de su Espíritu Santo, en nuestras
    vidas.

    NUESTRO DIOS AMA LA RECTITUD DE SU HIJO AMADO EN EL HOMBRE

    Porque nuestro Padre Celestial es "sumamente justo" y, a la
    vez, "ama" de todo corazón, a los que con verdad y rectitud
    de espíritu de fe, "aman también" a su Hijo amado, el Señor
    Jesucristo, en el paraíso y en todos los lugares de la
    tierra. Por lo tanto, nuestro Padre Celestial desea que en la
    nueva vida infinita del nuevo reino de los cielos, entonces
    "los rectos 'contemplen' su rostro", infinitamente y para
    siempre, para que se gocen de su rectitud divina y así
    crezcan en su luz y en su gloria eterna, para nunca más
    alejar de su Dios y de su hogar celeste.

    Y éste es un privilegio celestial de "ver y conocer" el
    rostro de nuestro Padre Celestial, el cual sólo le pertenece
    a su Hijo amado, por inicio divino, ¡el gran rey Mesías de
    todas las edades! Porque a través de los siglos, "nadie
    'pudo' contemplar" el rostro del SEÑOR, ni los ángeles
    perfectos, salvo ¡el Señor Jesucristo!, por que sólo él es
    digno de tanta gloria y honra, en el cielo, en la tierra y en
    la nueva eternidad venidera, también. Es más, sólo Jesucristo
    posee en sí mismo la santidad insuperable, para creer y ver a
    Dios infinitamente en nuestros corazones y en nuestras nuevas
    vidas eternales del cielo.

    Y esta verdad siempre fue así, a través de los siglos, en el
    reino celestial: Dado que, el rostro sagrado de nuestro Dios
    es tan "santo", que ninguno de los ángeles del cielo posee en
    si, tanta santidad y tanta pureza espiritual y de luz divina,
    como el Mesías, para ver y conocer el rostro sagrado de
    nuestro Dios. Por esta razón, sólo el Señor Jesucristo conoce
    a Dios, y sólo Dios conoce realmente al Señor Jesucristo en
    su Espíritu Santo; por lo tanto, ningún ángel del cielo puede
    decir realmente que conoce a Dios, como únicamente el Señor
    Jesucristo le conoce, desde siempre.

    Es por eso, también, que sólo el Señor Jesucristo "puede"
    darle de conocer a Dios al hombre de toda la tierra y más no
    los ángeles del cielo, por ejemplo. Porque los ángeles "no
    sabrían" como empezar a manifestar a Dios, por su falta de
    santidad perfecta en cada uno de ellos y por falta de
    conocimiento de Él y de su deidad infinita, también; es más,
    sin Jesucristo en sus corazones, entonces los ángeles, como
    los pecadores de la tierra, "no podrían ver" a Dios, ni menos
    conocerle jamás.

    Ni menos ningún ángel del cielo "puede decir", realmente, que
    conoce al Señor Jesucristo, como sólo nuestro Padre Celestial
    le conoce a Él, en su pureza y en su santidad perfecta, de su
    espíritu y de su sangre viviente, desde los primeros días de
    la antigüedad y hasta nuestros tiempos, por ejemplo. Y "éste
    privilegio" de conocer al Señor Jesucristo, el Padre
    Celestial nos lo ha entregado a nosotros, también, si tan
    solamente "le amamos a él", por medio del espíritu de fe, de
    su sangre del sacrificio del pacto eterno, el cual toma lugar
    en su día, en las afueras de Jerusalén, en Israel, para el
    fin de la ceguera espiritual.

    Puesto que, la ceguera espiritual del hombre y así también de
    muchos ángeles del cielo, es "profundamente grande" y nadie
    la pueda quitar del corazón (del hombre o de los ángeles), si
    no es solamente por la fe viviente, de "creer" en el corazón
    y así "invocar" con los labios: el nombre sagrado de nuestro
    salvador eterno, ¡el Señor Jesucristo! Y el corazón del
    hombre "tiene que creer" en el Señor Jesucristo, por inicio
    propio, como los ángeles del cielo, y así también invocar su
    nombre santo, porque sólo el Señor Jesucristo es "la luz" del
    cielo para destruir cada una de "las tinieblas" del corazón
    malvado de Lucifer y de sus seguidores, en toda la creación
    de Dios.

    Porque en el día que los ángeles "pecaron" en contra del
    SEÑOR y de su gran rey Mesías, en el reino de los cielos, fue
    entonces bajo el liderazgo y engaño perdido del corazón en
    tinieblas de Lucifer, para "humillar" el nombre del Señor
    Jesucristo y así exaltar su nombre inicuo más alto que el
    nombre de nuestro Padre Celestial. Algo sumamente horrible y
    hasta imposible de alcanzar, también, por lo tanto, el
    Espíritu Santo de Dios "no se lo permitió" en ningún momento,
    sino que lo paro seco en su camino de gran maldad y de
    ceguera espiritual, con la luz sumamente brillante y
    todopoderosa de su Espíritu Sagrado del Árbol de la vida, ¡el
    Señor Jesucristo!

    Porque en su santidad celestial y fidelidad infinita hacia el
    Padre Celestial y hacia su Hijo amado, entonces el Espíritu
    Santo de Dios se "enfrenta" a Lucifer y a cada una de sus
    profundas tinieblas de su corazón, para que este mal terrible
    jamás ocurra en el reino de Dios, con él, ni con ninguno de
    sus ángeles, por ejemplo. Porque delante de Dios y de su
    reino celestial sólo puede existir el "espíritu recto" de su
    Hijo amado, el Árbol de la vida eterna, de todos los seres
    vivientes del cielo y así también del paraíso, de toda la
    tierra y del nuevo reino de los cielos, como La Nueva
    Jerusalén Sagrada e Infinitamente Honrada del cielo.

    Además, fue así como el Espíritu Santo de Dios, en su
    rectitud celestial e infinitamente divina, entonces pudo
    "ponerle fin" a la rebelión de la ceguera espiritual de
    Lucifer y de sus ángeles caídos en el reino de los cielos,
    para que luego sean juzgados por su ceguera espiritual y
    crímenes en el día del juicio de todas las cosas. Y esta
    ceguera espiritual entra al paraíso, para "cegar" el corazón,
    el espíritu y la vida de Adán y de cada uno de sus
    descendientes, para alcanzar el mismo fin, como intento con
    los ángeles del reino de Dios, para que el nombre del Señor
    Jesucristo ya no sea en sus corazones, sino sólo el suyo,
    para mal de muchos.

    Entonces es por esta razón, que el camino del hombre delante
    de Dios comenzó a ser "un camino torcido" y más no recto,
    para mal de su vida y de muchos en el paraíso y también en
    todos los lugares de la tierra, de nuestros días, como hoy en
    día vemos pecadores y pecadores haciendo siempre de las
    suyas. Y la única manera que el hombre puede "cambiar" su
    camino torcido por el camino recto, por el cual Dios mismo lo
    formo en sus manos, en el comienzo de su vida y de todas las
    cosas, en el paraíso y en la tierra, también, fue "el camino
    hacia el Árbol Viviente" y más no el camino hacia el mal.

    Por tanto, éste camino que lleva día y noche a todo ser
    viviente hacia el mal eterno, ya sea ángeles caídos del cielo
    u hombres pecadores o mujer pecadoras de toda la tierra, es
    "el camino rebelde" hacia el árbol de la ciencia del bien y
    del mal, por ejemplo. Porque el camino hacia todos los males
    de la vida de los ángeles del cielo y así también de la vida
    de los hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad
    entera, "no fue jamás" el camino hacia el Árbol de la vida,
    sino el camino hacia el árbol del fruto prohibido de la
    ciencia del bien y del mal.

    Y de este árbol prohibido fue, realmente, del cual Lucifer
    hizo que los ángeles rebeldes, como una tercera parte de
    ellos en el reino de Dios, "abandonaran" su santidad para
    comer de él, en vez, de comer del Árbol de la vida, para
    rendirle gloria y honra a nuestro Dios y Padre Celestial que
    está en los cielos, por ejemplo. Y así también, con sus pasos
    torcidos de su vida llena de tinieblas, como del infierno o
    del bajo mundo de los condenados, entonces entro Lucifer al
    paraíso para "engañar" a Eva y luego a Adán, para que ambos
    coman de su fruto prohibido, y pequen en contra del Señor
    Jesucristo, ofendiendo así a Dios y a su Espíritu Santo.

    Puesto que, desde el día que Eva primero y luego Adán
    "comieron" del fruto prohibido, entonces no sólo sus caminos
    cambiaron hacia el mal eterno de sus vidas, como todo ángel
    caído del cielo, sino también para mal eterno de cada paso de
    sus descendientes, en sus millares, en todos los lugares de
    la tierra. Y este es un mal terrible del corazón y del alma
    viviente del hombre, de la mujer, del niño y de la niña de la
    humanidad entera, el cual "sólo la sangre" del Señor
    Jesucristo puede cambiar, si tan sólo se cree en el corazón y
    se confiesa su nombre sagrado con nuestros labios, para
    perdón y salud eterna.

    Y sólo así entonces se "confiesa" el nombre sagrado de "la
    luz del cielo", la cual "destruye" cada una de las tinieblas
    de Lucifer y de sus ángeles caídos, en nuestros caminos, como
    en nuestro andar cotidiano por la tierra, para que los pasos
    de Adán ya no sean los nuestros, sino únicamente los de
    nuestro Señor Jesucristo. En realidad, son estos pasos del
    Señor Jesucristo los que nos "llevan" por el camino de la
    rectitud eterna, no solamente para escapar el mal terrible de
    los pasos de Lucifer en nuestras vidas, sino también mucho
    más que todo esto.

    En verdad, los pasos del Señor Jesucristo nos encaminan paso
    a paso hacia el cielo más alto que el paraíso y el reino de
    los ángeles, en donde nuestro Padre Celestial se
    "encontrara" con nosotros para verle y conocerle, tal como su
    Hijo amado siempre le ha visto y le ha conocido desde siempre
    y hasta nuestros días, por ejemplo. Por lo tanto, los pasos
    verdaderos, por los cuales nuestro Padre Celestial nos formo
    en sus manos, en el comienzo de nuestras vidas, en el
    paraíso, "son los pasos" de su Hijo amado, el Árbol de la
    vida y más no los pasos del Árbol prohibido del conocimiento
    del mal y del bien.

    Es por esta razón, que para nosotros "encontrar" el reino de
    los cielos y su santidad infinita, además de su justicia y
    rectitud celestial para vivir la felicidad eterna, entonces
    tenemos que caminar, sin duda alguna, en los pasos
    celestiales e infinitos de nuestro salvador celestial, ¡el
    Señor Jesucristo! Y, hoy en día, tú muy bien, mi estimado
    hermano y mi estimada hermana, "puedes hacer", que
    espiritualmente hablando, para complacer toda justicia y toda
    rectitud celestial de nuestro Padre Celestial, de acuerdo a
    su Ley y a su voluntad perfecta en su vida muy sagrada,
    entonces comenzar a caminar paso a paso con Cristo hacia tu
    nueva eternidad celestial.

    BUSQUEN EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA PARA VIVIR LA
    ETERNIDAD

    No señoree, pues, el pecado en sus corazones de ninguna
    manera, ni en sus cuerpos mortales, tampoco, "de modo" que
    obedezcan a sus malos deseos, para mal de sus vidas y de los
    demás, también. Más bien, "busquen" primeramente el reino de
    Dios y su justicia, y todas las buenas bendiciones del Árbol
    de la vida, entonces les serán entregada a sus corazones y a
    sus almas eternas, también, para que sus cuerpos "vivan en la
    rectitud" de su Dios y amante de sus vidas infinitas, en la
    tierra y en su nuevo reino celestial.

    Porque el que "se deja llevar" por el pecado, entonces le
    está dando cabida a sus tinieblas, para que hagan todo lo que
    deseen hacer en su corazón y en su cuerpo humano, para que no
    haya más bendiciones de Dios en su nombre santo, sino sólo
    mal para su vida en la tierra y en el más allá, también. Y
    nuestro Dios "no es de los que busca" el mal de nadie, sino
    sólo el bien glorioso y sumamente honrado de su Hijo amado, ¡
    el Señor Jesucristo!, para que la gloria infinita de su
    nombre santo entonces sea mayor que antes, en la tierra y así
    también en el nuevo reino celestial, en los corazones de sus
    ángeles.

    Comenzando con todos los que buscan agradar a su Dios,
    entonces están "buscando" su verdad y su justicia infinita,
    las cuales sólo se pueden encontrar en la vida perfecta y
    sumamente gloriosa, no de sus millares de ángeles del cielo,
    sino en la vida misma de su Árbol de vida eterna, ¡el Señor
    Jesucristo! Porque "únicamente en creer", e invocar, en comer
    y en beber el fruto de la vida de Dios y de su Árbol de vida,
    es que realmente hay vida (y vida eterna) en abundancia, para
    los ángeles del reino y así también para cada hombre, mujer,
    niño y niña de la humanidad entera, comenzando con Adán y
    Eva, primero.

    Y estos son los que "caminan" en la rectitud del Espíritu del
    SEÑOR, los que aman el creer, en confesar, en comer y en
    beber del fruto de la vida de su Hijo amado, ¡el Señor
    Jesucristo! Porque fue el Señor Jesucristo quien les
    manifestó a sus apóstoles, sobre la mesa de la "cena del
    SEÑOR", cuando tomando el pan en sus manos y lo partió, para
    decirles: Este es mi cuerpo, el cual es traspasado, roto,
    fragmentado por ustedes, en el día de hoy y en presencia de
    nuestro Padre Celestial que está en los cielos.

    De éste pan coman, para que "no vuelvan" a tener hambre
    jamás, en esta vida ni en la venidera del más allá,
    eternamente y para siempre. Porque todo aquel que "come" de
    éste pan de vida eterna, el cual descendió del cielo, no
    tendrá hambre jamás, como los que comieron del maná en el
    desierto, y luego volvieron a tener hambre. Y levantando el
    pan al cielo, entonces se lo "ofreció" al SEÑOR primero.

    Y luego de haber hecho una oración delante de Dios para los
    hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad entera,
    comenzando con la Casa de Israel, naturalmente, entonces lo
    "partió él mismo" (como dijo, yo mismo pongo mi vida y nadie
    me la quita), para entregárselo a sus apóstoles y hasta al
    que lo traicionaba, Judas, también. Porque Judas estaba ahí
    con el Señor Jesucristo "participando de la mesa del SEÑOR" y
    con sus apóstoles (hermanos misioneros) para posteriormente,
    guiado por el espíritu de error (el cual engaña a Eva y luego
    a Adán en el paraíso, para que coman del fruto prohibido),
    entonces haría que los que viven en las tinieblas, coman de
    su maldad infinitamente. (Y esto seria para muerte eterna de
    Israel y de muchos (o quizás la humanidad entera) en toda la
    tierra, para siempre.)

    Entonces después de haber ofrecido su pan de vida eterna a
    Dios primero y luego a sus seguidores, el Señor Jesucristo
    toma en sus manos "la copa de vino". La levanto al cielo
    también para ofrecérsela al SEÑOR, para que le dé su
    aprobación y bendición (como dejándola derramar desde del
    paraíso, el espíritu de la sangre sobrenatural sobre Israel y
    la humanidad entera); pues, así como hizo con el pan de vida
    primero delante de sus hermanos eternos, en Israel, y luego
    la entrego a al mundo entero.

    En el acto, después de haber hecho una oración de gracias al
    SEÑOR del cielo y de toda la tierra, entonces "tomo de la
    copa de vida", y le dio de beber a cada uno de sus apóstoles
    y hasta el mismo apóstol que lo traicionaba, Judas, el
    calumniador. Porque Judas antes de entregar al Señor
    Jesucristo, en manos rebeldes de los enemigos del SEÑOR y de
    su sagrado evangelio, "comió del pan de vida y bebido de la
    copa sagrada del SEÑOR", también, junto con los demás
    apóstoles, como si no estaba sucediendo nada en contra del
    Señor Jesucristo y de todo Israel, incluyendo a la humanidad
    entera. (Judas se estaba engañando a sí mismo, "sin saber" lo
    que realmente hacia con su alma y la de su salvador, porque
    el Señor Jesucristo y nuestro Dios sabían muy bien que era lo
    que había hecho, y que era lo que iba hacer momentos después,
    para cumplir la palabra del SEÑOR, en la tierra y en el
    paraíso, también.)

    Por lo tanto, en la mesa del SEÑOR, el Señor Jesucristo no
    fue engañado por las palabras de Judas, pues, "Él sabia" que
    era lo que tramaban los enemigos del SEÑOR y de su evangelio
    de vida y de salud eterna, no sólo para Israel, sino también
    para la humanidad entera (aun sin que lo pensaran así sus
    enemigos). Y después de haber visto Jesucristo que Judas
    "compartía" con el pan viviente y con su sangre salvadora,
    entonces lo deja ir, a que haga lo que estaba escrito en su
    corazón y en su sangre rebelde, para que se cumpla la
    escritura de los profetas, en referencia a Él y a su
    disimulada participación para con Jesucristo e Israel.

    Judas, aunque había comido y bebido de la mesa del SEÑOR,
    salió de la presencia del Señor Jesucristo "por su camino
    sombrío", por el camino del árbol de la ciencia del bien y
    del mal, para vender a su mejor amigo (y hermano) que en vida
    jamás había conocido antes a otro igual, y abandonarlo por
    treinta piezas de plata. Entonces momentos más tarde, Judas
    cobra la plata y entrega al Señor Jesucristo con "un beso
    poco sincero" en su mejilla, en manos de los enemigos que
    deseaban matarle (a como de lugar), para "deshonrar" su
    nombre santo y salvador no sólo para Israel sino también para
    la humanidad entera, en esta vida y en la vendiera, para
    siempre.

    Realmente, Judas caminaba por un camino torcido y muy extraño
    a Dios y a su nueva vida santa e infinitamente gloriosa de su
    nuevo reino celestial, el cual "conducía" hacia el mal, por
    lo tanto, no era inspiración del Señor Jesucristo, ni del
    hombre tampoco. Este camino que Judas tuvo que caminar todos
    los días de su vida en Israel, "aun cuando vivió", camino y
    conocido día y noche con el Señor Jesucristo y su evangelio
    de poder y de salud eterna, también, y hasta que finalmente
    consumió del mismo cuerpo del "Cordero del SEÑOR" y para
    finalmente entregarlo al deseo malvado de sus enemigos.

    Y todo esto sucedió así con Judas, en la vida del Señor
    Jesucristo, porque "estaba escrito" que sucediese así, para
    que el pan que había comido y para que la sangre que había
    bebido de él, entonces bajase a la tierra para ser levantada
    después, por los pecadores: clavado a los árboles cruzados de
    Adán y Eva para Dios. Porque fue Dios quien buscaba "este
    sacrificio" de su Hijo amado, clavado a los árboles sin vida
    de Adán y Eva, para que entonces no sólo nuestros
    progenitores recobren sus vidas y sus bendiciones eternas del
    paraíso, sino también cada uno de sus descendientes, en sus
    millares, en todos los lugares de la tierra y hasta aun
    Judas, el detractor.

    Fue por esta razón, que el Señor Jesucristo primero "le dio"
    de comer de su pan de vida eterna y luego (le dio) de beber
    de su copa de la sangre del pacto eterno, para que Judas,
    aunque peque una vez más delante de su presencia sagrada y
    del SEÑOR del cielo, entonces "no se pierda infinitamente" su
    alma preciosa. (Muchos dicen que Judas se perdió en su pecado
    y en su maldad eterna, cuando por engaño entonces entrega a
    Cristo a sus enemigos, cuando la escritura declara
    públicamente que él comió y bebió de la vida eterna antes de
    morir. Porque todo aquel que come y bebe del "Cordero
    Escogido de Dios, entonces el mismo fuego eterno del infierno
    lo vomita de sus tierras y la muerte no lo puede retener en
    sus manos, así como no pudo retener al Señor Jesucristo, sino
    que en el Tercer Día resucita para una vida eterna.)

    Por lo tanto, nuestro Padre Celestial es un Dios de amor y de
    misericordia infinita, y pienso que Judas no murió en su
    camino torcido, sino en el camino del Señor Jesucristo.
    Además, si el Señor Jesucristo "se asegura primero" que Judas
    comiese de su pan de vida eterna y luego beba de su copa de
    la sangre del pacto eterno, fue para salvar su vida eterna a
    pesar de su doblez, engaño, mentira, calumnia, maldad y
    fingimiento de amar a Dios, cuando lo contrario era la mera
    verdad. "Fingimiento errado" de las tinieblas en Judas, como
    de la vida perdida de Lucifer, en el reino de Dios antes de
    su rebelión, manifestando así lealtad al gran rey Mesías y al
    Dios del cielo y de la tierra, para salvar a Israel de sus
    pecados y a la humanidad entera, cuando la verdad era otra en
    todo el tiempo.

    Porque el Señor Jesucristo había descendido del cielo, "para
    redimir su alma" del poder del pecado y de sus tinieblas,
    asimismo como deseo redimir a Adán y a Eva, clavado a sus
    palos sin vida, sobre la cima de la roca eterna, en las
    afueras de Jerusalén, en Israel, para ponerle fin al pecado
    original, y cumplir la Ley Divina. Pero Judas "jamás se dio
    cuenta de su ceguera espiritual", sino hasta que ya fue
    demasiado tarde, después de haber caído en su propia trampa
    infinitamente mortal, de saber que sus pasos por la tierra y
    delante de Dios habían sido conocidos por el mismo Señor
    Jesucristo, desde mucho antes de la fundación del mundo y de
    sus cosas, también.

    Entonces cuando Judas "se da cuenta de su terrible mal", el
    cual lo llevada aceleradamente (y a cada minuto de su vida)
    hacia el fin de sus días, no sólo en la tierra, sino también
    al infierno y con posterioridad al lago de fuego, su segunda
    muerte, "se arrepiente" de su mentira malvada e infinitamente
    cruel, para con su salvador. Y fue el pan de vida que partió
    con el Señor Jesucristo y la copa de la sangre del pacto
    eterno sobre la mesa del SEÑOR, pienso yo, lo que hace que
    Judas "recapacite", en sus últimos momentos de vida, para
    "enderezar" sus pasos, para entonces entrar a la eternidad en
    su ultimo día de vida en la tierra.

    Porque, pienso que si el Señor Jesucristo deseaba que Judas
    se pierda en su mentira y en su calumnia cruel, entonces
    "jamás hubiese permitido" que él coma de su pan de vida
    eterna, ni menos beba de su copa de la sangre del pacto
    eterno, también, para perdón y para entrar a la vida infinita
    sin más tardar, por ejemplo. Entonces como el Señor
    Jesucristo, y nuestro Padre Celestial junto con su Espíritu
    Santo, también, "sabia muy bien" que era lo que Judas iba a
    hacer con su vida y la vida de su salvador eterno, pues, le
    dio de comer y de beber de Él mismo, mucho antes que su hora
    llegue y camine hacia la eternidad infinitamente perdido.

    Por lo tanto, pienso que Dios "rescata a Judas", en sus
    últimos momentos de vida y con problemas y dificultades de
    todas clases, pero "lo salva de su mal eterno", aun a pesar
    de su mentira, de su calumnia y de todo el mal que conlleva
    todo ello, porque se "arrepintió" al fin de su maldad a su
    redentor celestial. Porque "la verdad es" que Judas comió y
    bebió del fruto de la vida eterna en la mesa del SEÑOR, y no
    la rechazo jamás como sabemos muy bien que Adán y Eva lo
    hicieron así en el paraíso y delante de Dios, también, para
    mal de sus vidas y de muchos también (como Judas mismo, por
    ejemplo).

    Ahora, Judas "murió casi inmediatamente" después de haber
    pecado en contra de su salvador celestial, el Señor
    Jesucristo, como ya lo sabemos muy bien (porque estaba
    escrito de él, en las escrituras, de que él mismo le
    entregaría a sus enemigos por treinta piezas de plata). Sin
    embargo, Judas no murió inmediatamente por pecar en contra de
    Dios y de su Jesucristo, sino porque "había hecho algo muy
    terrible", lleno de muchas tinieblas, las cuales hubiesen
    perdurado con él, si hubiese seguido viviendo en Israel, y
    hasta aun muerto seguidores fieles a él hubiesen seguido sus
    pasos de maldad hasta hoy en día, por ejemplo. Haciendo así
    que muchos se pierdan en las mismas tinieblas del más allá,
    las cuales terminaron con su vida mesiánica y con su único
    amigo y salvador de su vida, el Señor Jesucristo, por engaño,
    por mentira, por calumnia y por treinta piezas de plata (las
    cuales no le sirvieron para nada jamás, ni menos para su
    sepultura.)

    Es decir, de que "si Judas hubiese seguido viviendo",
    entonces muchos lo hubiesen aceptado como alguien grande,
    quien destruye al Señor Jesucristo con una mentira, con una
    calumnia cruel e infinitamente malvada, para engrandecer
    mucho más que antes el reino de Lucifer y de sus ángeles
    caídos, en toda la tierra. Es más, una nueva secta religiosa
    en su honor, en su nombre, "se hubiese levantado", y aun
    estuviera con nosotros, también, predicando sus pasos de
    maldad infinita, al nivel quizás que el evangelio del gran
    rey Mesías; pues entonces, seria una secta para destruir en
    lugar de edificar la vida del hombre, para que regrese al
    paraíso.

    Es por eso, que cuando Judas peca en contra del Señor
    Jesucristo, aunque Dios lo rescata de su maldad por los
    poderes sobrenaturales del pan de vida eterna y de la copa de
    la sangre del pacto eterno entre el paraíso y toda la
    humanidad del hombre en toda la tierra, entonces Dios lo
    salva antes de morir. Para que de esta manera, las tinieblas
    que se habían levantado del infierno, para "deshonrar y
    humillar" al Señor Jesucristo y su vida consagrada a Dios, a
    su Ley y a Israel junto con la humanidad entera,
    posteriormente entonces regresen a sus lugares eternos del
    más allá, como el mismo infierno, para que no se perpetúen
    más sobre la tierra.

    Y así nadie podría "seguir" a Judas en su pecado, ni menos
    "engrandecer" sus tinieblas, ni su nombre inicuo más alto que
    el nombre del Señor Jesucristo, por ejemplo, eternamente y
    para siempre. Porque toda gloria y honra del corazón del
    pecador y de la pecadora de toda la tierra, le pertenece
    solamente a nuestro Padre Celestial, por medio del espíritu
    de vida y de la sangre gloriosa y sumamente honrada de su
    Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!

    Por lo tanto, a Judas nuestro Dios lo "rescato" de su mal
    eterno, porque sólo Él es misericordioso e infinitamente
    bondadoso, gracias al nacimiento, a la vida gloriosa y
    sumamente honrada del Señor Jesucristo en Israel, para
    cumplir la Ley del paraíso, destruyendo así al pecado y a
    ángel de la muerte, para siempre. Y así las "tinieblas" que
    lo guiaban día y noche a "Judas", buscando como destruir la
    vida gloriosa e infinitamente honrada del siervo fiel y
    eterno de Dios, entonces "no sigan", ni un sólo momento más
    en Israel, ni en ningún lugar de toda la tierra, para que
    otros (como Judas) no cometan el mismo pecado terrible e
    infinitamente mortal.

    Porque Dios desea que todos los hombres, mujeres, niños y
    niñas de la humanidad entera, "brillen infinitamente" como
    las estrellas del firmamento, en la nueva eternidad venidera
    del cielo y de su Árbol de vida eterna, su Hijo amado, ¡el
    Señor Jesucristo! Y "esa estrella" más brillante que el sol
    (quizás junto con Judas en el firmamento) "eres tú" mismo, mi
    estimado hermano y mi estimada hermana, porque nuestro Dios
    te forma en sus manos santas, en su día, para que vivas con
    él y con su Hijo amado, en su nueva vida infinita del cielo,
    para gloria de su nombre santo.

    SI, LOS JUSTOS DEL SEÑOR BRILLARÁN INMORTALMENTE COMO EL SOL

    Entonces "los justos resplandecerán" como el sol en el reino
    de nuestro Padre Celestial, para nunca más volver a ver las
    tinieblas, como las de Adán y Eva, por ejemplo, que
    "afligían" sus corazones y sus espíritus humanos, porque el
    Señor Jesucristo no vivía en sus almas vivientes, para
    complacer toda verdad y justicia redentora de nuestro Creador
    Celestial. Pues entonces el que tiene oídos, que "oiga
    firmemente" y con gran confianza en su corazón: lo que el
    Espíritu Santo de Dios le dice a su espíritu humano, de entre
    las profundas tinieblas de su alma viviente, para que "vea la
    vida eterna", desde hoy mismo y en adelante.

    En la medida en que, es el Espíritu de Dios, quien realmente
    "le habla en 'la rectitud' de la verdad y de la justicia",
    sólo de nuestro Señor Jesucristo al corazón el hombre pecador
    y al corazón de la mujer pecadora, para que "despierten"
    delante de su Dios y Creador de sus vidas, para "entrar
    enseguida" a la vida celestial. Porque es solamente en
    "creer" en el corazón y así "confesar" con los labios, que el
    corazón del hombre "despertara" para perdón, salud y vida
    eterna, en las manos de nuestro Padre Celestial, por los
    poderes sobrenaturales de su Espíritu Santo y la gracia
    infinita de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!

    Ya que, nuestro Padre Celestial "envió" a su Hijo amado al
    mundo, para que lo que está "torcido en el andar" del hombre,
    entonces sea "enderezado" en su vida y en la vida de cada uno
    de los suyos, también, para que "camine recto" en la tierra y
    así también en su nueva vida celestial, del nuevo reino
    venidero. Porque sólo los que "caminan en el espíritu del
    'nombre y de la sangre sagrada' del Árbol de la vida",
    entonces podrán ingresar a la vida eterna del nuevo reino de
    Dios y de sus huestes celestiales, para que no vuelvan a
    conocer los pasos de rebelión de Adán y Eva, sino sólo los
    del Señor Jesucristo, para la eternidad.

    Y el hombre y así también la mujer, el niño y la niña de la
    humanidad entera, están "llamados a conocer", por inicio
    divino, los pasos Jesucristo en sus corazones primeramente,
    para comenzar a caminar en sus pasos normales, en la tierra y
    también en el paraíso, en los pasos de la verdad y la
    justicia infinita del Árbol Viviente. Porque no es posible
    que nadie "camine en el reino celestial" y pise lugares muy
    santos de Dios y de su Árbol de vida eterna, con los pasos (o
    el caminar) de Lucifer y de sus ángeles caídos, por ejemplo.
    Esto es totalmente inaceptable, injusto, absurdo e ilógico
    infinitamente, para nuestro Padre Celestial, para su Espíritu
    Santo, para su Árbol de vida, para sus ángeles infinitos y,
    por ultimo, también para el hombre y la mujer de fe, que han
    llegado a conocer la rectitud de la verdad y la justicia del
    nuevo reino celestial.

    En efecto, esto es "abominación infinita", en la mayoría de
    los casos para el corazón sumamente sagrado de Dios, de su
    Espíritu Santo, del Señor Jesucristo, de sus huestes
    celestiales y de su nueva humanidad infinita (lavada,
    justificada y santificada por la sangre sagrada del pacto
    eterno), en sus millares, por todos lados, en el reino de los
    cielos. Y nuestro Dios no está "buscando la abominación" del
    pecador, ni menos ver a sus siervos fieles "ofendidos", una
    vez más, por las palabras mentirosas y llenas de maldad de
    Lucifer y de sus ángeles rebeldes, sino sólo "la rectitud de
    'la verdad y la justicia eterna' de su Hijo", en la vida de
    cada uno de sus muy amados.

    Y estos muy amados por Dios, por su Espíritu Santo y por su
    Hijo amado, el Señor Jesucristo, "no son tantos 'los
    ángeles' del cielo", (porque Jesucristo no murió por ellos),
    sino que eres "tú mismo", mi estimado hermano y mi estimada
    hermana, en esta misma hora del día y para el infinito.
    (Porque la verdad (y la justicia infinita) de la vida santa y
    recta del reino de los cielos es que nuestro Dios "te ama
    tanto", como el Señor Jesucristo y así también su Espíritu
    Santo, cuando Dios mismo deja correr la sangre de su "Cordero
    Escogido", para tocarte, redimirte de tus males eternos, como
    la muerte del infierno, por ejemplo.)

    Y sólo así tú puedas "vivir tu vida 'santa, recta' y
    sobrenaturalmente normal", no sólo en la tierra, sino en tu
    nueva vida angelical e infinita del nuevo reino de los
    cielos, como en La Nueva Jerusalén Gloriosa de la nueva
    eternidad venidera, por ejemplo, en donde "no existen" los
    malos pasos del enemigo, sino sólo los pasos del Mesías.
    Porque "no es justo" que nadie camine por estas tierras
    santas del cielo "con otros pasos" en su vida celestial,
    terrenal o del mismo paraíso, "que no sean" los de Dios y de
    su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Por lo tanto, "nuestro
    Dios no es un Dios de injusticia, sino un Dios infinitamente
    verdadero, amante de lo bueno y muy justo con todos sus hijos
    e hijas en toda la tierra", sólo por medio del espíritu de
    amor y de rectitud de su Hijo amado, ¡el Cristo!

    Entonces la tierra sagrada del nuevo reino venidero
    "vomitaría" a cada infractor, de la misma manera que el
    antiguo reino celestial "expulso" a Lucifer y a sus ángeles
    rebeldes, y así también como sucedió con Adán y Eva, en el
    paraíso, en el día que pecaron delante del Señor Jesucristo,
    cuando torcieron sus pasos al no creer en Él. Por eso, el
    hombre "tuerce sus pasos 'por su caminar' en la tierra", así
    como Adán y Eva torcieron sus pasos en sus andares en el
    paraíso, fue porque "únicamente no creyeron" en el Señor
    Jesucristo, para mal de sus pasos eternos en la eternidad
    venidera y así también para con cada uno de sus
    descendientes, en toda la tierra.

    Porque la verdad es que la tierra sagrada del paraíso "se
    entristeció mucho", cuando Adán y Eva comieron del fruto
    prohibido y posteriormente los "vomita" de sus tierras
    sagradas, aun cuando no querían hacerlo así, para que "no la
    contaminasen más" con sus malos pasos del enemigo eterno del
    Señor Jesucristo, Lucifer. Por lo tanto, en todos los
    lugares, en donde nuestro Dios desciende con su Espíritu
    Santo, para hacer su obra infinita en la vida del hombre,
    entonces "ese lugar es muy santo" para Dios, y el hombre
    tiene que manifestar "reverencia hacia su Dios" y Creador de
    su vida, para que "vengan 'días buenos y de refrigerio' a su
    vida".

    Por ejemplo, podemos recordar cuando el Señor Jesucristo
    descendió del paraíso, como "el Árbol extraño que 'ardía
    entre llamas' al lado del Sinaí", y la zarza en su derredor
    no se quemaba, por muy intenso que fuese el fuego y su calor,
    también. Y cuando Moisés vio "la luz del fuego", después de
    algunos días, entonces se acercaba un poco más, como cada vez
    más que el día anterior; es decir, que la luz del Mesías
    "estaba 'destruyendo' las tinieblas del corazón y de los ojos
    de Moisés", para que finalmente lo viese frontalmente,
    rectamente, para gloria de Dios y salvación de Israel. Porque
    a nuestro Dios sólo lo podemos "ver 'rectamente' con nuestro
    corazón y con nuestros ojos", no por medio de ídolos e
    imágenes de talla, sino por el camino recto de la verdad y la
    justicia infinita del Señor Jesucristo.

    Pues Moisés se acercaba a la luz del fuego cada vez más y con
    "gran curiosidad" en su corazón, porque "veía 'el árbol de la
    vida ardiendo' sobre el Monte Sinaí" (como quien ve a Cristo
    sobre lo alto del monte sangrando y nos ve no con juicio
    eterno, sino con un espíritu recto de amor, justicia y verdad
    infinita). Y entonces Moisés pensaba que pronto se apagaría
    el fuego del Árbol en llamas (como los otros fuegos que había
    visto arder por un tiempo y hasta que se extinguían
    finalmente). Pero luego de varias veces de ver el fuego, el
    cual ardía pero no consumía, ni hacía daño en todo su
    alrededor, entonces esto despertó mucho más que antes la
    curiosidad del corazón de Moisés, como que las tinieblas que
    estaban en su corazón, en su alma eterna, entonces comenzaron
    a irse de él, para siempre, por ejemplo.

    Y entonces comenzó a caminar recto Moisés hacia donde estaba
    el fuego del Árbol Ardiente, pero con mayor luz que antes en
    su corazón, porque la misma luz del fuego del Árbol Ardiendo
    en llamas le ayudaba a disipar las tinieblas que segaban su
    vida y la de los suyos, también. Entonces una vez bien cerca
    del Árbol en llamas, volvió a oír una voz que le decía a
    Moisés: ¡El lugar en donde te encuentras Moisés, santo es!
    (Moisés se asusta esta vez más que antes, al oír la voz que
    venia a él, directamente desde el Árbol y entre las llamas
    extrañas a su corazón y a sus ojos, también.) Una vez más, la
    voz celestial habla, la cual quemaba su corazón y su alma
    entera sin hacerle daño alguno, y le dice: Moisés, quítate
    las sandalias, para que no profanes el suelo con tus pasos
    mundanos y torcidos por el pecado, porque sólo yo soy el Dios
    de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacobo.

    Moisés se estremece al oír lo que Dios mismo le manifestaba a
    su corazón "para hacerle entender" quien realmente era Él (o
    delante de quien él estaba parado en aquel lugar y en aquel
    instante); y entonces sin decir nada, Moisés obedeció a su
    voz, la cual le continuaba hablando desde el Árbol Ardiendo,
    y prosiguió a quitarse las sandalias. Y una vez que Moisés se
    quita las sandalias de sus pies, entonces el SEÑOR "le
    comenzó a hablar a su vida" para bien de todo Israel, como
    nunca antes Dios le había hablado al hombre de toda la
    tierra, en aquellos días, y hasta que Cristo vino a nosotros
    para entregarnos el camino recto hacia la vida eterna.

    Por lo tanto, desde aquel día que Moisés se removió sus
    sandalias de sus pies, delante de Dios y de su Árbol de vida
    ardiendo en llamas en el Sinaí, entonces "los nuevos pasos
    hacia una vida nueva comenzó no sólo con Israel, sino también
    para la humanidad entera y sus naciones en todos los lugares
    de la tierra". Es decir, que los pasos de Moisés no sólo
    cambiaron en su vida, sino también la de los israelíes por
    miles de siglos venideros, para por fin (y muy pronto
    también) "recibir al gran rey Mesías en sus corazones", para
    su liberación total e infinita de sus enemigos eternos de
    toda la vida.

    Y estos nuevos pasos de Dios en la vida del hombre son los
    pasos del Señor Jesucristo, desde la antigüedad y hasta
    nuestros días, "llenos de bendiciones y de milagros
    gloriosos" para derrotar al enemigo y a cada una de sus
    tinieblas, con los poderes sobrenaturales de su evangelio
    eterno y con los dones de su Espíritu Santo, por ejemplo.
    Porque el Señor Jesucristo es "el cambio total" de los pasos
    torcidos del hombre pecador y de la mujer pecadora, "para
    recibir sus pasos eternos", de su nueva vida infinita del
    paraíso y de La Nueva Jerusalén Santa e Inmortal del cielo,
    para perdón de pecados y para sanidad total del corazón, del
    alma y del cuerpo del hombre.

    Porque "sólo estos pasos", del Señor Jesucristo en el paraíso
    y así también en la tierra, "son los que han de llevar" paso
    a paso hacia la vida eterna e infinitamente gloriosa de
    nuestro Dios, a todo hombre y a toda mujer, también, para
    entrar a la vida eterna y vivirla, gozarla y crecer en ella,
    eternamente y para siempre. E infinitamente "caminaremos en
    los pasos del Señor Jesucristo" en la tierra y así también en
    nuestras nuevas vidas eternas, como Dios "decidió que fuese
    así" en la vida de Adán y en la vida de cada uno de sus
    descendientes, de todos los hombres, mujeres, niños y niñas
    de la humanidad entera, desde antes de la fundación del
    cielo.

    Es por eso, que "el caminar de la verdad, la justicia", es la
    rectitud de la nueva vida eterna del hombre en la tierra y
    así también en La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo,
    para todos los ángeles y para la nueva humanidad celestial e
    infinita de la nueva eternidad venidera. Es por esta razón,
    que nuestro Dios "te llama a ti", de la misma manera que
    "llamo a sus 'hijos e hijas' de la antigüedad", para que le
    sigas sólo a él paso a paso hacia la eternidad desde hoy
    mismo y para siempre, en el infinito de Dios y de su nueva
    humanidad celestial e infinita.

    El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su
    Jesucristo es contigo.


    ¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!


    Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en
    el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman,
    Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras
    almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y
    sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para
    siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el
    Señor Jesucristo.

    LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

    Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo
    a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un
    tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en
    tu vida, de acuerdo a la voluntad perfecta del Padre
    Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un
    fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de
    pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos
    termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es
    verdad. Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán
    atormentando día y noche entre las llamas ardientes del fuego
    del infierno, por haber desobedecido a la Ley viviente de
    Dios. En verdad, el fin de todos estos males está aquí
    contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo.
    Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en
    Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos
    de la presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de
    espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de
    los tuyos también, en la eternidad del reino de Dios. Porque
    en el reino de Dios su Ley santa es de día en día honrada y
    exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos
    ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
    hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra,
    cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de
    bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad,
    cada señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada
    vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas
    bendiciones de la tierra, del día de hoy y de la tierra santa
    del más allá, también, en el reino de Dios y de su Hijo
    amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de
    las naciones!

    SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

    Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en
    tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en
    abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha
    venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde
    los lugares muy altos y santos del reino de los cielos:

    PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".

    SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza
    de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
    en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas
    ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios
    celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos,
    sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me
    aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a
    los que me aman y guardan mis mandamientos".

    TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová
    tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre
    en vano".

    CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para
    santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero
    el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en
    ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
    siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está
    dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los
    cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
    reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del
    sábado y lo santificó".

    QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que
    tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te
    da".

    SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".

    SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".

    OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".

    NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de
    tu prójimo".

    DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
    codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
    sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu
    prójimo".

    Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos
    estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno
    de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por
    amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los
    tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus
    ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así,
    en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos,
    también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
    todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde
    los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas,
    en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos
    males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en
    abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas
    familias, por toda la tierra.

    Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
    Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y
    digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de
    la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y
    salvador de todas nuestras almas:

    ORACIÓN DEL PERDÓN

    Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la
    memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo
    amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el
    cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
    dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también
    nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en
    tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
    poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

    Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre
    Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no
    perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará
    vuestras ofensas.

    Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la
    VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO,
    sino es POR MÍ". Juan 14:

    NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

    ¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

    MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

    YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA
    TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

    - Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de
    éste MUNDO y su MUERTE.

    Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):

    Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al
    tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que
    entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

    QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ
    DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di:
    Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que
    Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi
    pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a
    venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR.

    ¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No
    _____?

    ¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

    Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de
    una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

    Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con
    Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate
    en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y
    sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es
    predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de
    Cristo a los demás.

    Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
    cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del
    evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender
    más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros
    cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes
    temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio,
    entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia,
    para ver que clase de libros están a tu disposición, para que
    te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

    Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti,
    para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su
    Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de
    hoy y para siempre.

    El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la
    paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras
    oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo
    hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras
    bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y
    nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos
    los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
    tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis
    hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre
    Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en
    el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre.

    El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el
    Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y
    asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de
    Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda
    letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo
    corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y
    loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas,
    como antes y como siempre, por la eternidad.


    http://www.supercadenacristiana.com/listen/player-wm.asp?
    playertype=wm%20%20///



    http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx



    http://radioalerta.com
     
    IVAN VALAREZO, Aug 7, 2007
    #1
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